viernes, 3 de mayo de 2013

El dependiente se folla a mi mujer

-          Cielo en serio tenemos que ir hoy al centro comercial. No me apetece nada.

-          Sabes que tenemos que ir. Hay que hacer la compra para la cena de mañana y yo estoy esperando la regla y ya no me queda ni una jodida compresa.

-          Esta bien iremos a comprarte las dichosas compresas.

Aceleras un poco el coche para llegar cuanto antes. Aquel sábado no te apetecía nada ir a comprar. Después de una semana demasiado dura en el trabajo, lo único que te apetecía era quedarte con tu mujercita haciendo manitas debajo de la colcha.

Lo que mas te jodia de aquello era que ella estaba ya tan cachonda. No sabias como se te había podido de esas maneras. Justo cuando estaba apunto de comérsela hasta el fondo, aquel maldito teléfono no tiene otra cosa que hacer que sonar. Si no hubiera sido por aquella condenada llamada ahora mismo estaría debajo de las sabanas deleitándote con una buena mamada mañanera. Además,  ¿Que se les habría perdido a aquellos amigos que hace un siglo que no ves para querer venir a casa el domingo a comer?

Con un monumental cabreo, aparcas el coche en aquel parking. Tu mujer te tiende su mano y con una sonrisa en sus labios te dice:

-Venga gordi te invito a desayunar y por lo que hemos dejado a medias, no te preocupes. Antes de que te des cuenta tendré el palito de mi felicidad soltando soldaditos por mi boca.

- Esta bien pedimos un desayuno para llevar y rapidito que estoy cargado de amor.

Te ríes como un quinceañero. Aquellas bromas te hacían revivir sensaciones que tenias casi en el olvido.

Al llegar al ascensor te das cuenta de que no va a ser tu día de suerte. Esta hasta arriba y tu vas a la ultima planta. Parece que el destino esta jugando a putearte y bastante. Ya dentro del ascensor, te pegas mucho a tu mujer para poder entrar. Todo sea por acabar cuanto antes. Al pegarte tanto, sientes su pecho rozando el tuyo y lo que tienes entre tus piernas vuelve a crecer como si no fuera suficiente castigo. Con todo el disimulo del que puedes hacer acopio en aquella situación, te fijas por primera vez en la ropa que lleva tu mujer hoy. No entiendes como se te ha podido pasar ya que varias miradas están fijas en ella. Se había puesto la blusita blanca, esa que se le trasparenta un poquito lo que hay debajo, y la había combinado con el sujetador nuevo que la realzaba tanto los pechos. Entre el sujetador y el escote de vértigo, hubieras jurado que se le podía ver casi el ombligo. Para la parte de abajo había escogido una de esas faldas que no sabes muy bien si es un cinturón ancho o una falda muy corta. Sin cortarte ya un pelo y con el calentón a flor de piel, deslizas una mano en busca de cueva en donde gratamente descubres que o se ha hecho pipi encima o esta muy contenta de que la visite aquel inesperado invitado. Parada a parada el ascensor se va llenando aun más si es posible. Cada vez estas mas cerca de tu mujer y cada vez juegas mas con tus dedos en su coñito buscando su punto g. tu mujer se pega a ti y te susurra al oído.

-          No sabía que te cabían tantos dedos en mi coño y en mi culo.

Justo se para el ascensor y un vejete de unos 60 o 65 años sale de detrás de tu mujer no sin antes guiñarte un ojo mientras se huele los dedos.