viernes, 25 de septiembre de 2015

Mi primer sexo oral

Hola de nuevo, pues como les prometí anteriormente les platicare como fueron los demás encuentros con mi novio, al cual le entregue mis primeras experiencias y mi cuerpo. Ahora les contare como recibe mi primer sexo oral y de cómo le di el primero a mi novio.
Como sabrán, habíamos comenzado una vida sexual activa, hacíamos el amor al menos tres veces por semana. Nuestros encuentros cada vez se hicieron mas intensos. Cuando teníamos sexo, notaba como el se calentaba cada vez mas, me besaba y lamia cada parte de mi cuerpo, yo sentía muy rico pero a veces después de terminar me daba pena.
Nunca me gusto usar preservativos ni métodos anticonceptivos, al usar condón me sentía incómoda y al tomar pastillas me caían muy mal, así que decidimos usar el método del ritmo, o sea, no tener sexo en mis días fértiles, además, me encanta sentir cuando eyacula dentro de mí.
Un día veíamos una película cómica donde se muestra una escena de sexo oral, fue bastante chistosa, al terminar de verla, yo le dije “hay no que feo es eso” , le pregunte que si él lo haría y me contesto que a mi si me lo haría, me dio risa y me quede pensativa, casi no le importancia a lo sucedido.
Un día me quede sola por un fin de semana completo, así que cite a mi novio para hacer el amor, todo comenzó como casi siempre, primero no besamos y nos fuimos desnudando poco a poco, y me besaba todo el cuerpo..me gusta mucho sentir esa sensación de que soy todo para el y no le impedía tocar ninguna parte de mi cuerpo, sabía que yo lo volvía loco así como el a mí.
Comenzó a penetrarme muy fuerte, el estaba sobre mi, alzo mis piernas y las coloco sobre sus hombros, que metía su pene hasta el fondo, el aire se me escapaba mientras sentía como de mi vagina salían pequeñas gotas de mis propios fluidos, termine con las nalgas mojadas de tanto que escurría mi sexo, termine con un orgasmo muy fuerte, cuando el sintió mis contracciones también soltó unos chorros de semen dentro de mi.
Nos recostamos y lo abrase, era la primera vez que me lo hacia en esa posición, le dije que fue muy brusco pero que me había gustado mucho.
Nuevamente comenzamos a acariciarnos y yo subí sobre el, esa es su posición favorita, así que me dedique a darnos placer a ambos, subía y bajaba de su pene en forma cadenciosa, a veces lento y después rápido, lo hice que se viniera un poco antes que yo, casi siempre tenemos nuestros orgasmos al mismo tiempo.
Esa noche terminamos de hacer el amor, le pedí que se quedara a dormir y así lo hizo.
En la mañana siguiente tome una ducha y el también, desayunamos y nos comenzamos a calentar demasiado, nos fuimos a mi cuarto y nos desnudamos nuevamente, el me acariciaba todo y yo a el, se recostó a un al lado mío y comenzó a chupar mis senos, se concentraba en mis pezones y con su mano sobaba mi sexo, pasaba su dedo índice en medio de mis labios vaginales, me moje al instante, oprimía mi clítoris suavemente y me hacia gemir, mi clítoris es muy pequeño y a veces no resisto que me lo friccione por mucho tiempo ya que llega a molestarme, dejo de mamar mis pezones y fue lamiendo mi vientre, al mismo tiempo, metió uno de sus dedos dentro de mí y lo movía suavemente.
Su boca llego a mi pubis y lo beso tiernamente a su vez acelero el ritmo a la hora de masturbarme, saco su dedo y me metió dos de un solo golpe, yo salte y le pedí que me metiera su pene, el se coloco entre mis piernas y yo esperaba su verga en mi, pero en lugar de eso fue sobando y besando mis piernas, llego a mis tobillos y después subió de nuevo, esta vez lamiendo todo el largo de mis piernas, eso que calentó mucho, se dirigió a mis caderas y las acaricio y beso, se coloco de nuevo entre mis piernas y las abrió un poco mas, beso mis muslos por dentro y por fuera, yo instintivamente coloque una mano para tapar mi sexo, ya que me daba pena que me lo viera así de cerca, el retiro mi mano y me dijo que no pasaba nada, que quería verme bien, al decir esto, me dio un beso en mi sexo y yo me estremecí, lamio suavemente mis ingles mientras metía sus dedos en mi vagina, se quito de ese lugar y se acercó al oído diciéndome. ”quiero probarte” …tan solo conteste “hazlo”.
Se puso de nuevo en medio mío y me beso el vientre y el pubis, mis vellos son muy cortos, lo cual no impidió el paso de su lengua sobre mí, yo me retorcía al sentirlo de esa forma, tenía el pubis lleno de su saliva, llego a mi sexo y se dedico a besar mis labios vaginales los cuales son pequeños, los chupo lentamente y me daba suaves apretones con sus labios.
Mi vagina despedía muchos líquidos así como un olor mas fuerte lo cual me éxito aun mas, después de besar mis labios uso su lengua y la metió un poco, solo la pasaba de arriba abajo, lamia la parte interna de mis labios, eso me volvió loca, me sacudía y él me detenía poniendo sus manos en mis caderas, yo aprovechaba para entrelazar mis manos con las de el, de mis ojos salían lagrimas de placer, arquee mi espalada comencé a tener un fuerte orgasmo y levante mis caderas hacia su cara, el no me detuvo, yo gemía muy fuerte, no paro de lamerme no yo se lo pedí, cuando yo me contorsionaba por el clímax que sentía el aprovecho para meter su lengua mi sexo, sentía como metía y chupaba lo que podía.
El se tragaba todo lo que salía de mi ser, mi cuerpo temblaba pero quería mas, el lo noto y se jalo de las caderas y me puso sobre la orilla de la cama, mis piernas colgaban hacia abajo y el se arrodillo ante mi sexo y de nuevo lo lamia, con fuerza y desesperación, puso mis piernas sobre sus hombros y metió su lengua en mi vagina, esta vez lo sentí más profundo, mi sexo apretaba su lengua, sentía de nuevo que me venía otro orgasmo, comencé a gritarle que “más, más” tome con ambas manos su cabeza y la hundí en mi sexo mientras me venía sobre su rostro.
Como pude me recosté y el se coloco a mi lado, lo bese y lamí su rostro, limpiando mis propios fluidos, tenían un sabor muy fuerte, esa sabor que agrado bastante, después de eso ya no hicimos el amor, yo quede exhausta.
Después de ese encuentro yo quería hacerle lo mismo, pero me daba pena.
Una noche en que nos vimos, decidimos hacer el amor, después de besarnos el se coloco sobre mi, ya que es mi posición preferida…yo lo detuve pero no deje de besarlo, dirigí mi mano a su pene, se lo acaricie muy lentamente, le dije al oído “no te muevas” se lo sobaba muy despacio, con mi otra mano le tocaba los testículos, se los apretaba mientras mi mano rodeaba a su parado pene, comencé a masturbarlo, de hecho era la segunda vez que lo hacia, pero esta vez quería que se viniera con mis manos.
Seguí acariciándolo , todo su cuerpo se erizo, aceleraba el ritmo de mi mano, y de nuevo lo hacia lento, el respiraba rápidamente, apreté mi mano un poco mas y el suspiro, la coloque sobre su punta el baje mi mano rápidamente, bajando la piel que cubre su glande, el dio un gemido de placer, y comencé a masturbarlo de esa forma, jugueteaba con su prepucio de una forma muy rápida, note que se iba a venir así que disminuí mi ritmo y el recupero el aliento y se dejo llevar por la masturbada que le daba, cambiaba de ritmo y el solo gemía suavemente, tenía cerca de veinte minutos masturbándolo cuando se acerco a mi oído y tan solo me dijo “ya”..yo entendí y aceleré lo mas que pude mi mano mientras sobaba su bolas, le bese el cuello y su pecho mientras se venía sobre mi…su eyaculación se sentía calientísima, salpico mi vientre y mi pubis, algunas de sus gotas llegaron hasta mis senos, toque con mis dedos su semen, me pareció algo muy excitante, lo había hecho venirse con mis manos.
Su pene perdió la erección casi instantáneamente, sin soltar su verga nos paramos de la cama, y nos dirigimos a tomar un baño, yo no solté su pene en todo al camino hasta el baño, lavamos nuestros cuerpos e hicimos el amor, cuando eyaculo dentro mi, sentí que casi no le salió semen, eso no me importo, sabía que casi todo se lo había sacado con mis caricias.
Con esta experiencia solo creció el deseo de hacerle sexo oral.
Pasaron los días y tuve una cita en su casa, sus padres habían salido y tendríamos la casa para nosotros solos, íbamos a ver una película y fue a su cuarto por ella, yo lo seguí y lo abrase por detrás, el no le dio importancia y siguió buscando la película, creo que no lo noto raro ya que ambos somos muy cariñosos, pero yo dirigí mis manos a su pene mientras se lo sobaba y apretaba, rápidamente se le puso duro, tan solo dijo “que haces” ..yo le sonreí muy picara y le dije que lo iba a hacer mío, le me quite muy rápido la ropa y él se apresuro a besarme, yo lo detuve y le dije que esperara, le dije que se sentara en la cama, lo comencé a desvestir, bese su pecho y abdomen, le quiete el pantalón y todo lo demás, nos recostamos y me coloque sobre él, el me sobaba todo el cuerpo , yo acariciaba su pene, estaba muy duro, como siempre, el me dijo al oído “te amo” eso me éxito muchísimo y le conteste diciéndole que si le había gustado lo de la vez anterior, todo esto mientas seguía sobando su verga, el contesto que y pregunto por que…me acerque y le dije ”te la quiero chupar, te la voy a chupar”.
Al terminar de decir eso fui besando su cuerpo, su pecho y su abdomen, le pedí que separara las piernas y me coloque ahí, bese su pubis, sus vellos eran cortos y rizados, su olor me encanta e incitaba a metérmelo a la boca, baje y con mis labios bese sus testículos, su pene palpitaba con cada beso, saque mi lengua y se la pase por la bolas, me fascinaba la sensación desea piel arrugada pero extremadamente suave, metí uno de sus testículos a mí boca y lo succione con fuerza hasta donde su piel le permitía estirarse, el se sacudió y lo detuve igual como el lo hizo conmigo, puse mis manos en su cadera..el se calmo un poco.
Seguí lamiendo y chupando sus bolas, su pene goteaba de lo excitado que estaba, vi que era tiempo de probar su miembro, fui subiendo con mis besos, bese la base de su pene, pase mis labios por cada parte de su pene, de nuevo use mi lengua, la puse en sus testículos y di un rápido lengüetazo hasta la punta de su pene, baje mi lengua a lo largo de su pene y me dedique a lamer cada parte de el.
Ya no resistí mas y abrí mi boca y me metí la punta, apreté su pene contra mi lengua y mi paladar, el gimió y supe que lo hacía de forma correcta, subí y baje mi cabeza y su pene se hinchaba aun mas, metí todo lo que pude en mi boca y seguí con mi movimiento, sentía las venas de su verga latir en mi boca, me detuve un poco ya que no quería que se viniera.
Lamí nuevamente su pene y abrí mi boca, el suspiro..me detuve y decidí hacerlo de forma diferente, forme con mis labios un aro y me metí su pene, hice presión hacia abajo y baje su prepucio, probé el sabor de su glande, era un sabor mas fuerte, me encanto, de nuevo hacia presión con mi lengua y bajaba y subía, tenia más de la mitad de su pene en mi boca, me retire y solo lamia la punta de su pene, en otras ocasiones acariciaba su glande pero a el le molestaba debido a lo sensible que lo tiene debido a que no tiene la circuncisión.
Note que esta vez no le hacia daño, en cambio lo disfrutaba mucho, pasaba mi lengua alrededor de la cabeza de su pene, lamia el orificio de su verga el se estremecía, me metí su punta a la boca y hacia círculos sobre ella con mi lengua, sentí como su pene se inflamo, su venas palpitaban muy fuerte, me metí todo lo que pude y seguí mamando su verga, con una de mis manos acariciaba su abdomen y con otras su testículos, el me tomo de la nuca y empujo su pene dentro de mí boca, me llego hasta la garganta, no se como lo resistí pero seguí chupándolo y acariciándolo, me apretó el cabello y un chorro de semen golpeo mi garganta y pasó por mi esófago, me lo trague todo, sentí un sabor algo salado pero me encantaba sentir los latigazos de semen que soltaba dentro de mi, solté sus bolas y pellizque mi clítoris, inmediatamente tuve un orgasmo, garganta se cerro un poco debido al gemido que no pudo salir debido al pene en mi boca, el se termino de venir y lo saque de mi boca, respirábamos agitadamente, lo bese en la mejilla y me fui al baño.
Nos duchamos y platicamos de lo sucedido, de lo mucho que nos gusto y que queríamos repetirlo. Yo le dije con voz picara, ahora si soy toda tuya.
Espero y les haya gustado. Recuerden que hacer el amor nunca se compara ni con el sexo mas salvaje. Al menos en mi caso.

mi email mariedurane95@gmail.com

viernes, 18 de septiembre de 2015

mi primito me enseño a tener sexo

Filial, hetero, primera vez, primo y prima. Su prima lo inicia en el sexo.
Cuando me puse a recordar lo que ha pasado durante mi vida sexual, no pude evitar recordar la primera experiencia que tuve y que me ocurrió cuando contaba con solo 17 años.
En la familia somos 7 hermanos, tres mujeres y cuatro hombres, y justamente en medio de ellos me encuentro yo, lo cito porque fue una situación que provocó los hechos que quiero relatar. Resulta que mi hermana la mayor en esa época terminaba de estudiar su carrera, la cual cursó en una ciudad del centro del país, como éramos muchos de familia, se tornó casi imposible el que mi padre nos llevara a todos al evento de graduación por lo que decidió que nada mas fueran los dos hermanos mayores, mi padre y mi madre.
Para esos casos, cuando nos quedábamos solos en casa, se invitaba a una prima que nos cuidara y se hiciera cargo de la casa en ausencia de mis padres, Rosita, que así se llama, contaba en ese entonces con unos 19 años y en esa ocasión se iba a convertir una vez mas junto conmigo en la jefa de la familia durante una semana, mis padres nos habían prometido que al llegar de esas vacaciones nos llevarían a nosotros a la frontera e incluso a pasar a los Estados Unidos de paseo y de compras ya que se acercaban las fiestas de fin de año y navidad.
Por ese entonces se me estaban manifestando las hormonas en forma de calenturas causadas a veces solo de ver unas buenas piernas, imaginar unas nalgas cuando estas se marcaban en pantalones o vestidos entallados, ver fotografías en revistas de chicas que enseñaban su cuerpo aunque no fuera de manera integral, pláticas con los amigos y toda clase de situaciones que a la mayoría de los chicos de esa edad les pasan, y digo calenturas porque eso eran, unas calenturas dolorosas que no había forma de bajar de inmediato y la rigidez de mi joven verga que se ponía muy frecuentemente como roca me duraba bastante tiempo, aunque parezca mentira a esa edad no practicaba la masturbación por la rigidez como éramos educados y la mera verdad no sabia como, de haberlo sabido seguro que lo hubiera hecho, me valdría madre la educación con tal de desfogar con placer las calenturas.
Mi prima Rosita era una muchacha de buen cuerpo, sin llegar a ser una modelo, pero tenia unas buenas piernas que frecuentemente ya con la confianza que da el sentirse en casa dejaba al descubierto las piernas ya fuera al sentarse y cruzarlas o al estar recostada viendo la televisión o cuando se ponía esos shorts cortos, yo al verla en cualquiera de esas ocasiones reaccionaba al instante y se me comenzaba a parar; tenia también unos pechos muy bonitos, no chicos ni grandes, justo a la medida para mantenerlos erguidos y apetecibles, ya dije antes que se me subía la calentura al imaginarme las nalgas de las mujeres, pues con Rosita no era la excepción, tenia un culo redondo bien macizo que se le marcaba perfectamente bajo su ropa.
Cuando mi padre nos comunicó que de nuevo vendría ella para hacerse cargo de la casa mi corazón dio un vuelco y mi mente joven comenzó a pensar que ojalá esta vez tuviera mas tiempo de verle las piernas y volver a imaginarme sus nalgas y chichis, tendría una larga semana por delante para lograrlo, aunque nos encontrábamos en época de invierno y seguramente no andaría con ropa muy ligera que digamos, estaba casi seguro que tendría alguna oportunidad de verle algo ya que la casa contaba con un sistema de calefacción bastante aceptable, llegué incluso a fabricar fantasías de seducción pero cuando mi mente consciente veía las consecuencias y si en un momento dado se enteraban mis padres de esas seducciones, entonces me entraba un pánico y dejaba de fantasear, sin dejar de mencionar que al hacerlas se me comenzaba a parar el pito y corría el riesgo que me descubrieran y me fueran a regañar.
Finalmente llegó el día que apareció Rosita, llegó un día antes de la partida de mis padres y hermanos para recibir las consabidas instrucciones del manejo de la casa y las miles de recomendaciones para con nosotros y de nosotros para con ella por parte de mi madre, venia vestida muy conservadoramente con un vestido que le llegaba a la rodilla o más abajo y un suéter amplio, seguramente para que mis padres se fueran con
mas confianza, porque en otras ocasiones que se había quedado se vestía con minifaldas, shorts o con pantalones mas que entallados.
A la mañana siguiente muy temprano partieron hacia el centro del país mis papas y mis hermanos, nosotros nos quedamos como es lógico muy tristes y se sentía una soledad tremenda en la casa con la ausencia de la algarabía de cuatro de sus miembros, para que se hiciera menos pesado el día, Rosita nos organizó para dar una arreglada a la casa y todos cooperamos en la medida de nuestras posibilidades para hacer las labores, Rosita se cambió de ropa y se puso unos pantalones entallados con los cuales se le marcaban estupendamente las nalgas, yo no dejaba de mirarla sobre todo cuando se agachaba a sacudir o a levantar algo, claro sin que ella se diera cuenta, el caso es que todo el día me agasajé de lo lindo imaginando como serian esas piernas y ese culo al natural.
Cuando terminamos las labores nos metimos a bañar uno por uno, y cuando me tocó a mi me tuve que bañar con agua fría pues con el mínimo roce de mis manos se me paraba la verga de inmediato, tuve que prolongar el baño esperando que el agua fría hiciera lo suyo para poder salir del baño sin que se me notara el bulto por delante de mis pantalones.
Cuando salí del baño, ya estaban mis hermanos y Rosita comiendo, me incorpore a la mes y distraje mi pensamiento platicando de cosas sin importancia, eso me tranquilizo y volví a la normalidad.
La tarde pasó rápidamente pues era normal que viéramos la televisión gran parte de ella, cuando comenzó la programación nocturna que a nadie de nosotros interesaba nos sentamos en la alfombra a escuchar los cuentos de Rosita que era muy buena para eso, nosotros escuchábamos con atención los cuentos que por lo general tenían un tinte de misterio con una moraleja final y eso nos encantaba; conforme se hacia de noche, mis hermanos fueron cayendo rendidos y pronto nada mas quedábamos Rosita y yo despiertos.
- Vamos a llevar a los niños a sus camas, me dijo, yo llevo a Laura que es la mas pesada, tu ayúdame con los otros dos.
- Ok, le dije obedientemente y cargue uno por uno de ellos a la recamara.
Cuando estuvieron bien arropados me encamine a la recamara de mis padres, pues había decidido que ahí dormiría en su ausencia; Yo siempre he dormido solo con unos shorts amplios, sea verano o invierno ya que tengo muy buen calor corporal y el dormir con pijama me ha dado calor siempre, así que me desvestí, me puse mis shorts encima del calzón y me metí bajo las cobijas dispuesto a dormir.
Como a los diez minutos la casa se encontraba en silencio total con las luces del pasillo bajas por lo que se podían ver las recamaras en penumbra, entonces escuche que me decía Rosita.
Mundo, ¿ya te dormiste?
Aun no, conteste, ¿qué se te ofrece?.
Es que me esta dando mucho frío y quiero dormir contigo, ¿se puede?.
Claro, le conteste, vente, hay bastante espacio, y seguí acostado dándole la espalda, pobre, pensé, el cuarto de las visitas esta bien frío.
Entonces mi prima se metió bajo las cobijas, venia vestida con un camisón amplio y largo de franela pero aun así se le notaba el calzón, donde si no pude apreciar nada de ropa interior fue en sus pechos, es mas, se le notaban los pezones claramente y pensé que seria a causa del frío, trate de no pensar en nada para que no se me fuera a parar el pito y que ella se diera cuenta y les contara a mis padres, me cae que así estaba de pendejo en ese tiempo.
Así que sentí como se acomodaba a mis espaldas y enseguida me preguntó.
¿Puedo abrazarte?
Ah carbón, bueno, si ella lo pide no creo que vaya con el chisme con nadie.
Claro, con confianza, le respondí; De inmediato se acoplo pegándose totalmente a mi espalda, tenia razón mi prima, sentí las piernas junto a las mías y las traía bien frías.
Que calientito estas primo, que rico se siente, yo creo que voy a dormir muy a gusto.
Yo me comencé a concentrar en las diferentes partes de mi cuerpo, por ejemplo podía apreciar como sus chichis se pegaban a mi espalda, su montecito en mi trasero, podía sentir también como respiraba rítmicamente y como sus piernas se iban calentando paulatinamente.
De repente sentí que se
separo de mí volteándose quedando espalda con espalda y a continuación me dijo.
Ahora abrázame tú para calentarme la espalda.
¡En la madre!, se va a dar cuenta de que tengo la verga como cuerda de violín, aun así me voltee y pegue mi pecho a su espalda cuidando de no arrimarle el pito para que no fuera a darse cuenta en el estado que estaba.
Pégate, no seas malo, me dijo pasando un brazo hacia atrás amarrándome por una nalga y haciendo presión para que me pegara a ella.
Es…. que…., balbucí.
¡Es que nada!, pégate para sentir tu calor.
Cuando me pegue a ella inevitablemente tuvo que sentir mi pito en sus nalgas.
¡Ah!, ¿era por eso?, a poco por eso no te querías pegar.
Perdóname, no lo pude evitar, le dije.
No hay problema, que bueno que te pongo así, eso demuestra que te gusto, ¿no?
Bueno, es que así me pasa a veces pero no le vayas a decir a nadie, ¿de acuerdo?
A nadie, me aseguro pero acomódate me dijo metiendo su mano entre los dos tomando la pirula por encima de la ropa enderezándola para que esta se acomodara a lo largo de su raja, abrázame pues.
Yo sentí una sensación deliciosa, mi verga acurrucada entre sus cachetes, pase mi mano a su cintura y así me quede.
¿Sientes rico?, me pregunto mientras movía su trasero rozándome la verga.
¡Si!, le dije, se siente muy rico.
Yo también siento como tu de rico, es mas, me dijo, mira como tengo ya los pechos, me tomo la mano que tenia en su cintura y se la llevo hacia ellos.
¡Madre santa!, Que sensación, se sentía un pecho de una textura muy bonita, no muy duro, no muy blando, algo nunca experimentado, me quede quieto como en otro mudo temiendo que si le apretaba fuera a lastimarla.
Apriétamelos, dales un poco de masaje, de vez en cuando puedes pellizcarme los pezones, por favor, no tengas miedo no me pasa nada.
Así lo hice y ella comenzó como a sollozar y a seguir meneándose contra mi bulto, yo me asuste por el sollozo y le pedí una disculpa.
¡No guey!, ¡Síguele!, si me oyes gemir es de gusto, tu sigue.
Ya mas tranquilo comencé a alternar la caricia de un pecho a otro mientras sentía un cosquilleo entre mis piernas, un cosquilleo nunca antes sentido, también me pareció que ya para entonces ella se restregaba entre sus piernas por encima del camisón, quise averiguar que es lo que hacia y me acerque a su hombro para ver si distinguía algo, al hacerlo mis labios rozaron su cuello y le respire muy cerca de su nuca.
¡Asiiiii!, bésame el cuello y lámeme detrás de la oreja.
¡Puta madre!, no lo podía creer, ahora si me vale madre, pensé, si se sabe y me castigan creo que valió la pena me la estoy pasando chingón.
Me pareció que mi prima se estremecía como si le hubiera dado un escalofrío y se rompió el hechizo, se separo de mi y me pidió que me volteara de nuevo, así lo hice y sentí que mi verga se había quedado desconsolada fuera de aquel rinconcito caliente en el que estaba además ya no sentía a mi prima abrazarme y me puse a pensar que que lindo había sido aunque me hubiera gustado quedarme dormido con el pito entre esas nalgas, me comencé a resignar cuando de pronto sentí que me volvía a abrazar desde atrás pero . . . ¡Ah carbón!, era diferente que hacia un rato, ahora sentí a Rosita a lo pelón, ¡Se había quitado el camisón!. Me paso el brazo por encima de la cintura y comenzó a juguetear con un dedo en mi ombligo lo cual me trasmitía piquetes de cosquillas a mi culo, me arme de valor y pase un brazo hacia atrás y le puse una mano en la nalga, ¡Y ni pío dijo! ¡Ya chingue! pensé y seguí acariciando el lugar de tantos y tantos sueños, así estaba cuando sentí que la mano de Rosita se metía por encima del elástico de mis shorts hasta agarrar mi verga, me quedé paralizado por la sorpresa pero ésta paso pronto y seguí con la nalga a dale y dale, Rosita tomando la verga por la parte media comenzó a moverla lentamente de arriba abajo descubriendo mi cabeza y volviéndola a cubrir con el pellejo, el movimiento no cesaba y comencé a sentir que mi verga crecía entre la mano de ella y
que una sensación nunca antes sentida me invadía, así estábamos cuando de pronto sentí que me meaba pero no, no eran meados, se sentía diferente, deliciosamente diferente, además lo que yo creía que eran meeados salían de forma diferente como si fueran chisguetes de una pistola de agua, y a cada uno de ellos se sentía la misma sensación de placer indescriptible e inconscientemente lance un ¡Ohaaaaa! Rosita me apretó entonces la verga como cuando ordeñan a una vaca y paró el masaje diciéndome, – Ya tienes una buena verga primito, que bárbaro. Cuando dejé de ver estrellitas me quedé quieto y avergonzado, sentía mojado el calzón pero ya no sentía la calentura dolorosa desde hace un rato sino una sensación de quietud muy rara y placentera, Rosita sacó la mano, se limpió en msi shorts y me dijo:
- ¿Te gustó la puñeta que te hice?
- ¿La que? pregunté yo
- La puñeta, la paja, la jalada, la masturbación como quieras llamarle.
- Es que yo nunca había sentido algo así, le confesé, pero claro que me gustó.
- ¿¡Como!? ¿nunca te la habías jalado?
- No, te lo juro
- Vamos pues, con que este fue el primer orgasmo y yo te lo provoqué.
- ¿Mi primer que?
- Olvídalo, después te explico, ¿Descansaste tu calentura?
- Si, se me calmó
- Bueno, pues ahora quiero que tu me ayudes a mi, ¿sale?
- No se como, y me voltee para verle la cara un poco avergonzado.
- No te preocupes yo te enseño. Préstame tu mano, y se la llevó dentro de sus calzones, casi me quise morir de sentir su burrito lleno de pelos y algo mojado.
- ¿Tu también te mojaste?
- Desde el principio, así pasa con las mujeres, explicó, mientras a ustedes se les pone dura y lista para meterse, a nosotras se nos pone mojado para que se pueda meter, ¿comprendes?
- Si, le dije yo, sin quitar la vista de sus magnificas chichis que también veía por primera vez al natural.
- Bueno, se trata de que con tu dedo me des masaje así y metiendo su mano me indicó como, acaricia a lo largo de la raja, presiona de vez en cuando en el limite con el culo, asiiii, hazlo con ritmo, cuando yo te diga, has presión aquí mira, cuando lo hagas hazlo lo mas rápido que puedas, mientras chúpame las chichis sin morder, solo un poco.
Seguí sus instrucciones al pie de la letra y no sabia si verle la cara de felicidad que ponía o mamarle las maravillosas chichis, opté por lo segundo y ella me decía cosas que normalmente no decía, que rico chiquito, mete un poco el dedo asiiiii, presiona mas en el pezón, pasa el dedo hasta el culo, dale, dale, y cuando una de las veces pasé el dedo por el clítoris me indicó, dale duro por favor, entonces comencé a mover el dedo como si estuviera requinteando una guitarra, emitió un ronco ¡AAAHHH! Se puso tensa y sentí que me mojaba la mano con un liquido resbaloso, se estremecía cada vez que le acariciaba la raja diciendo Ahhh, aaahhh, yo fui bajando el ritmo hasta que sentí que su cuerpo se aflojó y se quedó respirando agitadamente como si acabara de correr, sacó mi mano y me dio un beso en la boca, se acostó boca arriba con una sonrisa, yo no entendía ni madre pero se estaba sintiendo todo esto bien chingón.
- Gracias, que rico, me dijo
Nos quedamos los dos acostados uno al lado del otro dejando que nuestros cuerpos fueran desvaneciendo todas las sensaciones vividas.
- ¿Cómo te sientes? Me pregunto rompiendo el silencio.
- A toda madre, respondí, pero cuando te acariciaba se me volvió a parar y ahora la tengo de nuevo bien dura.
- Ahorita solucionamos eso, dijo, y se levantó a cerrar la puerta con llave y prendió la luz.
Cuando la pude ver en la luz me quedé mudo, ahí la tenia frente a mi en todo su esplendor con solo su calzón un poco mal acomodado tapando su burrito, por lo demás no me lo podía creer, ¡Como yo me la había imaginado, que buena estaba!
- ¿Te gusto primo? Me preguntó divertida
- ¡Que si me gustas! ¡Estas más buena que el pan, Rosy!
- Vamos a ver, ¿qué es lo que más te gusta de mi?
- ¡Todo, todo! Le dije
- No, algo te
tiene que gustar mas, a ver, dímelo
- Bueno, yo siempre me había fijado mucho en tus nalgas y en tus chichis, me llaman mucho la atención.
- Lo que pasa es que no has visto otras cosas, ahora vas a ver, pero primero te voy a enseñar lo que te gusta.
Y a continuación se quitó los calzones dándome la espalda.
- Aquí tienes mis nalgas para que las admires, las chichis ya hasta me las mamaste.
Me quedé mirando como pendejo ese par de redondeces que siempre me habían parecido divinas.
- No te han de gustar tanto porque ni siquiera las acaricias un poco, me dijo volteando la cabeza hacia atrás sonriéndome.
- ¿Puedo?
- ¡Claro! Aprovecha; me arrimé a la orilla de la cama y comencé a pasarle las manos en toda la extensión de ese precioso nalgatorio.
- No creo que tengas cosas mas lindas que esto, le dije apretando las nalgas con las dos manos, ¿Tendrás?
- Depende, dijo, hay hombres que les gusta mas esto, y empinándose me mostró su fruncido culo enmarcado por sus magnificas nalgas que por su posición tomaron otra magnitud y redondez.
Yo me quedé con los ojos cuadrados ante el espectáculo que tenia a escasos 60 centímetros.
- ¿También ahí puedo tocar?
- ¡Claro! Adelante
Entonces comencé a pasar mi dedo por el fruncido ojete del culo y a lo largo de la raja que separa sus nalgas, chingue a su madre, se la voy a soltar a ver si pega, decidí.
Que preciosidad de culo, le dije, hasta dan ganas de lamerlo
¿De verdad?, siempre he querido que alguien lo haga, ¿me vas a hacer el favor?
Si tu quieres, le dije.
No sabes como lo deseo, pero déjame acomodarme arriba de la cama porque me estoy cansando.
Casi me arrepiento de la petición, eso de que nadie lo había hecho y de que le gustaría mucho me dejo con la duda pero ni modo ya lo había hecho y era cuestión de aguantar, aunque al vérselo de nuevo se disiparon mis dudas, se subió a la cama poniendo las rodillas en el borde y se puso en cuatro mostrándome de nuevo todo su trasero, me situé detrás de ella y por principio le pase la lengua a lo largo de toda la raja deteniéndome solo un momento en el culito haciéndole un poco de presión con la punta de la lengua.
Dale alrededor, chiquito, me pidió.
Yo obedecí mientras mis manos vagaban por todas sus nalgas, así estuvimos un buen rato, a veces la presión de la lengua sobre el ojete y la saliva que le quedaba ahí hacia que se metiera la punta un poco, yo creo que uno o dos centímetros, podía sentir como su anillo me la aprisionaba, enseguida ella fruncía el culo y me la expulsaba y de nuevo al ataque, hasta que sentí que fruncía mucho el culo aunque no le metiera nada entonces se volvió a mojar, ahora si lo vi, cuando termino de inundársele la panocha se tiro hacia delante suspirando, la suerte estaba echada para toda mi vida, a partir de ahí me gusta mucho mamar culo.
¿Te gusto, Rosy? Le pregunte acariciándole sus nalgas.
¡Mucho!, nunca pensé que me iba a venir de esa manera, ¿sabes que?, te has ganado un premio, quítate los calzones y ya veras.
Me despoje del shorts y el calzón al mismo tiempo y me quede con la verga dolorosamente hinchada frente a ella.
Que preciosidad de verga tienes, chiquito, acuéstate boca arriba.
Así lo hice y quede con el pito apuntando al techo palpitando de excitación con las venas marcadas y la cabeza brillos de un color casi morado.
Aflójate y déjate llevar, ¿ok?.
Ok, respondí.
Entonces comenzó a lamerla a lo largo como si fuera una paleta que se estuviera derritiendo, se metió la cabeza en la boca cerrando sus labios en la base de la corona, sentí que me moría de la sensación pues la boca se sentía realmente caliente y aterciopelada, estaba sorprendido de que aquello se sintiera tan bien pero mi sorpresa fue mayor cuando literalmente se trago un buen pedazo para luego retirarse haciendo succión y de nuevo fue a tragarse el pedazo, yo no sabia de donde amarrarme las metidas y sacadas de aquel estupendo estuche se hicieron mas rápidas hasta que sentí otra vez aquel cosquilleo entre la base de mis huevos y el culo y sin darme tiempo para avisarle sentí que algo subía por el tronco hasta salir e
n forma de chisguetes que fueron a parar a la boca de mi prima y otra vez la sensación de alivio, Rosita mientras tanto tragaba y tragaba todo lo que me salía, cuando termine de tirar chisguetes se retiro con una sonrisa pintada en su rostro encendido.
¿Qué tal la mamada?
¡Divina! Dije extasiado, ¿qué cosa puede haber en este mundo que sea más agradable?
Hay muchas cosas, pero primero te voy a enseñar a mamar a una mujer.
¿A mamar?, pero si tu no tienes pito.
Pero también se puede, claro, si es que tu lo quieres.
¿Vas a sentir igual que cuando te lamí el culo?
¡Mejor!, cada vez va a ser mejor, te voy a explicar para que me mames como si siempre lo hubieras hecho.
Se acostó boca arriba, abrió las piernas y las flexiono apoyando las plantas de los pies en la cama, en esa posición tenia ante mi algo nunca visto y mil veces platicado por los amigos, los labios carnosos llenos de pelitos rizados con la abertura en medio de un color rosado un poco húmedo, me embrujaba ver como aquellos labios se cerraban hacia abajo y después de un pequeño brinco se asomaba tímidamente el culo, en la parte de arriba una gran mata de pelos y bajo estos, justo en donde principiaba la división un poco hacia abajo un pequeño piquito en forma de verga pero en chiquito, todo en conjunto hacían una vista maravillosa, me quede un rato observándola, el primer burrito en vivo y en directo que veía en mi vida, debí de tener una cara de bobo porque Rosita me dijo divertida.
¿Verdad que tengo cosas más bonitas?
¡Preciosas!, dije sin quitar la vista de aquella zona.
Bueno, ahora si va la lección, ya tendrás mas oportunidades de vérmelo por mas tiempo si así lo quieres.
¡Vaya promesa!, no me lo creía.
Además no será la única panocha que veas, agrego, así que tienes que aprender como funciona esto y aquí esta tu primita para mostrártelo, ¿preparado?
Mas que preparado, le dije dispuesto a seguir al pie de la letra sus indicaciones.
Entonces comenzó la lección, Aquí tienes la parte externa de una vulva, le decimos panocha, burro, chocho, en fin cada quien le dice como quiere, se llaman labios, si los lames y presionas con tus labios como si los fueras a morder se siente realmente bien, cuando mames a una mujer no te entretengas mucho en un solo lugar pues puede llegar a molestar, a excepción del clítoris, si los labios los abres ya sea con la lengua o con los dedos veras la entrada de la vagina, por ahí puedes meter la lengua todo lo que quieras y agitarla en el interior todo lo que puedas después alterna los movimientos e inicia un mete y saca como si te la estuvieras cogiendo con la lengua, barre toda la panocha con la lengua extendida de arriba abajo y cuando topes con la frontera entre el burro y el culo, que se llama pirineo, presiona un poco con la lengua y menéala hacia los lados, cuando sientas que la mujer esta realmente caliente y gime pidiendo mas, vete al clítoris que es este, aprisiónalo entre tus labios y succiónalo, a continuación expúlsalo y repite varias veces la acción, eso nos hará que casi brinquemos de gusto, a continuación con la punta de la lengua muy afilada rodea la base presionando, finalmente vuelve a chupar el clítoris y aporréalo con tu lengua hasta que se venga, cuando esto suceda, pásale la lengua extendida a todo lo largo de la raja hasta que poco a poco se vaya calmando, ¿entendiste?
Vamos a ver.
Otra cosa, puedes utilizar de vez en cuando los dedos y meterselos en la vagina, si lo haces por el culo y la mujer se incomoda no insistas ni preguntes nada solo no lo hagas porque la sacas de concentración, ¿ok?
Por toda respuesta le pase mi lengua extendida a lo largo de su burrito arrancándole un pequeño suspiro, agarro mi cabeza y comenzó a acariciarme el pelo, yo comencé a seguir al pie de la letra sus instrucciones y ella a gozar como una loca, me decía de vez en cuando, Asssiiiii, ssiiigueee, que gusto me das, me pidió que le metiera un dedo y así lo hice, se lo metí poco a poco hasta el nudillo sin dejar de mamarle aquel tarrito de pelos, de vez en cuando me dejaba que le metiera un poco el dedo en el culo, también mientras mamaba le pasaba las manos por las caderas y por las nalgas todo lo que me permitía la posición, todo esto le provoc
aba un gran placer y la hacia decir que que gusto sentía que que buena mamada le estaba dando y todo esto me enorgullecía además de que me proporcionaba mucho placer, en una ocasión en que le estaba haciendo presión en el limite con el culo decidí bajar hasta el y darle una buena dosis de lengüetazos, fue la locura, apretaba sus piernas sobre mi cabeza y levantaba su cuerpo sobre sus talones, cuando me decidí a atacar su clítoris fue el acabose, dale, dale daleeeee, me decía, hasta que me venga papito, síguele dando, se me ocurrió entonces meterle de nuevo el dedo en el burro pero solo momentáneamente ya que mi intención era otra, una vez mojado éste se lo comencé a meter en el culo y como respuesta nada mas oí, aaaahhhh que bien, entonces lo metí mas adentro y aproveché el dedo gordo para metérselo en el burro, ahí la tenia yo con dos dedos metidos, uno en el culo y otro en su panocha mientras mi lengua le daba lengüetazos sin parar en el clítoris, no tardó mucho en soltar un prolongado aaaaaahhhhhhhh, y se vació todita en mi mano y boca, le saqué los dedos y le barrí con la lengua extendida toda la panocha saboreando sus jugos y arrancándole estremecimientos de placer hasta que se relajó.
Me incorporé y me le quedé viendo como gozaba con tremenda venida, cerraba con fuerza las piernas y movía de un lado a otro la cabeza con una sonrisa bobalicona en la cara, se quedó finalmente laxa y me acosté a su lado boca abajo sintiendo la presión de mi verga parada a tope al colchón.
Después de un rato me dijo.
- Que buena mamada me acabas de dar, esto merece que lo repitamos algunas veces mientras tengamos oportunidad, ¿te parece? Pero ahora vamos a bañarnos ándale que ya es muy tarde y hay que dormir.
Nos encaminamos al baño de la recamara y prendimos la regadera para darnos una buena ducha.
- Oye Rosy, le comenté, cada vez que siento rico y te hago sentir a ti también se me pone de nuevo la verga bien dura, ¿hasta cuando se me va a calmar? por que este es el cuento de nunca acabar, mira nada mas como la tengo, y me la sacudí de arriba abajo mostrándosela en todo su esplendor.
- Es que aun eres joven, me dijo, y tienes mucha fuerza por eso te puedes venir varias veces, pero lo vamos a solucionar, te voy a enseñar como te puedes aliviar tu solo, esto no lo hagas muy seguido pues puede convertirse en un vicio y puede llegar el día que no te satisfaga ninguna mujer mas que tu mano, esto se hace cuando ya no hay remedio y quieres terminar solo, ¿lo prometes?
Prometido
Bien, vamos a ver, y se situó detrás de mí pasando hacia delante su mano y tomando la mía la guió hacia la verga que tenia bien parada. Agárrala así sin mucha presión ni muy floja, tu debes de saber hasta cuando se siente incomodo el apretón, ahora desliza tu prepucio o pellejo hacia atrás y hacia delante con ritmo, el ritmo lo vas a incrementar conforme vayas sintiendo mas y mas rico, ¿comprendes?
- Si, Uhaaa, comencé a sentir realmente rico.
- Sigue así mientras me admiras en esta ocasión, veras que pronto te vienes.
No fueron necesarias muchas sacudidas ya que la calentura era mucha y si a eso le agregamos que veía a Rosita sentada en cuclillas mostrando su burrito abierto y su cara bien pendiente de mi cabecita brillosa, terminé por volver a soltar unos chisguetes que salieron a presión y fueron a caer en la cara de mi prima.
Uuuuhhhhooooaaa, me salió un rugido al sentir la sensación de vaciarme y el cosquilleo delicioso que se siente en una venida, a continuación como por arte de magia mi verga se comenzó a ablandar proporcionándome un descanso muy agradable.
- Vamos a salirnos ya, mañana continuamos con las lecciones, por lo pronto no te la vayas a jalar en la noche ni mañana durante el día, necesito esos chisguetes para las otras lecciones, ¿me lo prometes?
- Prometido, le contesté y me comencé a secar para irme a dormir.
Esa noche me dormí como un niño, no era cansancio era una sensación de relax que me gustó mucho. Ella se fue a dormir al cuarto de visitas para que en la mañana no sospecharan nada mis hermanos, según me dijo, y así me pasé mi primera noche de sexo que esta por demás decirles que nunca
olvidare, ni esa ni las de toda la semana que siguió a esta y que Rosita estuvo con nosotros.

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miércoles, 16 de septiembre de 2015

sexo primera vez con 13 años

Hetero, primera vez. Un joven con un inesperado éxito en las mujeres que le rodean
Nunca se me olvidará el día que cumplí 17 años. Aquel día, yo, Gerardo, un chico delgado, con la cara llena de espinillas, rubio de pelos rizados, un poco larguillos, de manera que me cubrían la frente. En fin, eran las ocho menos cuarto. Me estaba desperezando pensando en la diferencia entre aquellos cumpleaños de antes y los de ahora.
Antes, con todos aquellos niños, y los padres y las madres. Aquellas madres tan guapas. ¡Qué guapa era la madre de Luisito! ¡Y que pechos!. El caso es que pensando en estas cosas, un hombre joven, de mañana, pues os podéis imaginar.
La puerta de mi dormitorio se abrió. Intenté disimular pensando que era mi madre y me di un poco la vuelta.- ¡Va! ¡Era Juana, la asistenta!.
Juana era una chica de veinte años, una chica que me sacaba la cabeza, hermosa, morena, de cara redonda y labios sensuales, nariz respingona. Un pecho precioso y unas caderas que para qué. Fue causa de muchas peleas entre mi padre y mi madre hasta que se divorciaron. Creo que mi padre no le perdonará nunca que no la acompañara a su nuevo hogar, en cambio yo se lo he agradecido siempre, por que me alegra la vista verla.
Aquella mañana, como otras, por probar, le dije a Juana:
- Mira Juana, ¿Por qué no metes la mano debajo de la manta a ver si encuentras la escoba? -
Era una broma que le gastaba a Juana que me aceptaba por que me conocía desde que era un chiquillo y siempre había estado entre sus faldas, sin conseguir nada. Juana se rió y me dijo.
- ¡Ay picarón! Se lo voy a contar a tu madre.-
- ¡Anda y ve!.-
- ¡En cuanto venga, descarado!.- me dijo sonriendo y fingiendo un falso enfado
-¿Dónde está?.-
- Ha tenido que ir a la seguridad social.-
En seguida me imaginé a mi madre en una cola que daba dos veces la vuelta a la manzana. – ¡Anda, Juana! mete la mano un poquito .-
Juana se fue dando un portazo. Me reí, pero al cabo de un rato, la puerta se abrió y Juana venía hacia mí con un brillo especial en los ojos. Venía sonriendo, con cara de traviesa. Se puso de rodillas delante de mi cama.
-¿Qué haces?- Le dije asustado.
- ¿No querías que te mirara el palo de la escoba? ¡Pues ya ves!.-
Su mano se metió entre las sábanas y la sentí sobre mis muslos, aproximarse a mis calzoncillos y luego, los sentí bajarse como por arte de magia y sentí aquellas manos de trabajadora doméstica sobre mi pene que estaba totalmente terso.
Aquella chica puso a recorrer mi nabo con sus dedos. Me pareció la sensación más maravillosa del mundo, se ponía a arañarme los testículos. Su boca se acercó a la mía y me besó. Yo ya pasaba de tirar de la sábana hacia arriba. Ahora me giraba hacia ella y buscaba el tacto de sus muslos, introduciendo la mano por su falda. Aquellas medias daban a su pierna una textura suave y agradable.
Juana comenzó a agitar mi pene, cuando al tocar la punta, vio que un hilito viscoso salía de mí. Busqué el calor de su pecho en el escote de su camisa abierta, intenté hacer este escote lo más grande que pude rápidamente. Sentía que me iba a correr y deseaba tener su pecho en mi boca. Sólo en última instancia saqué un pecho de su sujetador y clavé mis labios sobre su pezón, que me pareció inmenso.
En ese momento, uno de sus dedos me tocó justo debajo del prepucio, mientras otros dedos me estrujaban los testículos. Mi pene comenzó a soltar, dentro de la cama, un chorro de semen viscoso que mancharon las sábanas. Juana no paró hasta que no me hubo vaciado.
Al ver que me había corrido, Juana se levantó y se puso bien la falda y luego, el sujetador y la camisa. -No ha estado mal, mamoncete… Otra vez será mejor.- Aquello me dejó preocupado, pues temí no haber estado a la altura de las circunstancias. Luego, Juana, ya en su papel me dijo – No te preocupes por las sábanas. Hoy tocaba cambiarlas.-
Me vestí rápidamente. Era tarde y era ya la quinta vez de la semana que llegaba tarde. No estaba ma
l para ser viernes. Si llegaba tarde seguro que en recreo tendría que hablar con Doña Eva, la tutora. Me cogí unas magdalenas que fui comiendo durante el camino. Perdí un autobús detrás de otro y llegué tarde.
EL profesor me miró de mala manera y me dijo. – Gerardo… pásate por el recreo a la sala de profesores y habla con Eva.-
No es que me preocupara el tema, pero hablar con la Eva era hablar con una mujer de veintitantos tacos que estaba buenísima y que siempre te miraba por encima del hombro, te mira duramente y te dice unas verdades que levantan ampollas. Así son las tías.
Llegó el recreo. La Eva no estaba en la sala de profesores. Estaba en el salón de actos haciendo un examen. Al verme aparecer me hizo una señal. Yo pensaba que me daría puertas, pero que va.
Tuve que esperar a que el último de los chicos terminara el examen. Imaginaos. Un cuarto de hora del recreo sin ver a las doce chicas de las que quiero ser novio. Allí estaba Eva, la profesora de latín, con unas gafas de culo de baso, morena, pero ¡Qué morena!, Me sacaba la cabeza y tenía un culo de esos que da gana de palmotear cuando pasan. Un pecho generoso y la minifalda azul dejaba asomar unos muslacos enfundados en unas medias negras.
Tenía unos labios pintados de rojo que los hacían aún más abultados de lo que eran y contribuían a remarcar más su mandíbula cuadrada y sus pómulos salientes.
- ¡A ver! ¡Gerardo! ¡Dime lo que tenemos que hacer para que llegues temprano al centro!- Yo callaba. Ya la conocía. Si hablaba me chillaría como una histérica y tomaría represalias. Si callaba, me miraría con compasión y me daría doscientas razones para llegar pronto al colegio.
Empezó con una retahíla de argumento para que no llegara tarde y tras esto, me empezó a enumerar un buen número de medidas para llegar pronto. En ese momento, empecé a notar el tono cada vez más dulce de Doña Eva
.- Una de las cosas que no debes hacer es masturbarte por las mañanas.-
- Pero Doña Luisa. ¡Yo no!.-
-¡NO me digas que no! ¡Todos los jóvenes os masturbais!.- Creía que la había jodido. Al hablar, Doña Luisa montaría en cólera, pero para mi sorpresa, Doña Luisa parecía volverse a calmar. Se me aproximó a mí, que estaba sentada, a indicación suya en una de las butacas de la sala.
-Mira, Gerardo. A mi no me tienes que engañar. Yo también me masturbo a menudo.- Pensé "trágame tierra". Pero ¿Qué estaba diciendo esta tía?. ¿Le habría entrado una enfermedad contagiosa? ¿O serían las secuelas de una noche de marcha?. El caso es que sin mediar provocación alguno, la profesora me miró y tras pasarse la lengua por los labios, comenzó a desabrocharse la camisa, y luego, el único botón delantero de un sostén que dejaron al descubierto dos domingas enormes, con unos pezones bien marcados y puntiagudos.
-¿Los ves Gerardo? ¿Lo ves lo caliente que me pones?.- La maestra se sentó en mis rodillas, con las piernas abiertas. Yo retrocedía contra el respaldo de la butaca. Los dos muslacos de Doña Eva aparecían a un lado y otro de mi cintura.
Doña Eva me puso en ese momento las tetas en la cara. No diré que me asfixiara, pero sí que inundaba mi cara con sus pechos, a ambos lados de mi cara. Mi nariz y mi boca, sumergidos en el canal de su pecho, olían el embriagador perfume de su cuerpo. En ese momento oigo un "rrrriiiiisss"· Una sensación rara en mi entrepierna. La profesora me estaba abriendo la bragueta. No podía hacer nada. No pude evitar que manipulara mis calzoncillos hasta que finalmente me sacara la minga, bastante tiesa.
-¿No lo ves, Gerardo?¿No lo ves como me pones?.- Doña Eva se puso de rodillas ágilmente y comenzó a mover sus pechos delante de mí. La tenía entre mis piernas, pero ella tenía mi minga entre sus pechos. Yo sentía su suave piel detrás del prepucio y en los testículos.- ¿Lo ves Gerardo?.-
A mí jamás se me había ocurrido que eso se pudiera hacer. Creo que se llama una "cubana" o algo así. El roce de sus pechos en mi na
bo hacía que me excitara. No me podía levantar, pues encima, me agarraba de los brazos y presionaba con su cuerpo en mis piernas y no le podía decir nada, por miedo a que me armara un escándalo.
De pronto, y aunque intenté evitarlo, empecé a sentir que me iba a correr. – Doña Eva… ¡Doña Eva!.-
- ¡Tutéame, cariño!.-
El semen empezó a salir de mi pene y comenzó a llenarle sus pechos. Mi sorpresa es que, lejos de apartarse, empezó a moverse aún más y a llenarse toda de mi semen. Parecía una loca.
Después, mucho después de que hubiera acabado de correrme, con las gafas de medio lado y un rictus en la cara que le hacía perder toda su expresión de fiera, se levantó. Buscó temblando un pañuelo en su bolso con el que se limpió mi semen mientras miraba a un sitio y a otro. Se puso bien las gafas de una vez.
- ¡Bueno, Gerardo!.- Me dijo aún temblando. (Yo no estaba mejor. Me había quedado de piedra).- Será mejor que te vayas y no llegues más tarde.-
Me levanté rápidamente y me fui con sigilo pero con toda la rapidez, como un gato que tiene cerca de un perro,. De repente me llamó – ¡Ah! ¡Gerardo!.- Me dí la vuelta asustado.- Es mejor que no le digas a nadie lo que ha ocurrido.- Si supiera que lo escribo para que lo publiquen ¡Me mata!.
Bueno. Os podéis imaginar durante el resto de las clases, lo atento que podía estar. No hacía más que pensar en la experiencia del recreo. Al fin se acabó la semana. Viernes tarde. ¡Cachondeo! ¡Cachondeo!
Al llegar a casa., me abre Juana.- ¡Hola mozalbete!.- Nunca me había dicho eso, pero es que además, conforme entré, cogió y me echó mano a la entrepierna y me estrujó los testículos.
-Hola mamá.-
- Hola, Gerardo.- Me dijo sin mirarme. – Te tengo que decir dos cosas. La primera es que tienes que ir al piso de la vecina. Me ha pedido que le ayudes a subir unas cosillas encima del armario.-
La vecina. Una mujer de treinta y tantos años. Una divorciada excéntrica, que no hace más que cuidarse del tipo. Siempre me había mirado de arriba abajo, pero ahora, con diecisiete años me pide que le ayude. ¡Vamos hombre!
Fue a rechistar pero…-¡Tú te callas! ¡Te vas a ver a la vecina y le ayudas! ¡Y no me repliques o te doy con la zapatilla!. -
La zapatilla. Una vieja amiga de mi culo. Cuando mi madre entraba en cólera, su arma favorita era la zapatilla. Juana me miraba con cachondeo. Con ironía.
Con todo aquello, a mi madre se le olvidó decirme lo segundo. Comí en silencio y me fui a dormir la siesta. Me quedé dormido en seguida y al despertarme, no me dio tiempo ni a lavarme la cara cuando la voz de mi madre sonó al otro lado del pasillo -¡¿Gerardo?!.-
-Ahora voy, mamá. Ahora voy.- Con voz lastimera y a paso lento abrí la puerta de la casa y llamé en la de la vecina. Esperaba que estuviera fuera de la casa, pero no. No tardó en abrirme.
Doña Nuria, una castaña de pelo corto y cara redonda, de labios grandes y sensuales, estaba ataviada con una ropa muy ajustada de hacer aerobics. No parecía en cambio que estuviera sudando. -¡Uy! ¡Gerardo! Me iba a hacer footing, me has pillado de milagro, por que pensaba que no ibas a venir ya.
Doña Nuria lucía unos pantis de color verde chillón que se ajustaban tanto a su cuerpo que se le notaba al mirarla al toto, los dos labios de su sexo. Aquello, a un chico de diecisiete años, le impacta. Luego, cuando se dio la vuelta busqué inútilmente la costura de sus bragas. Y ¿Qué decir del maillot que cubría su cuerpo, con un escote que dejaba ver una canal del pecho, con un brillo especial, por el sudor de los ejercicios de calentamiento.? ¡Joder, al verla así me parecía que estaba muy buena!
-Doña Nuria ¿Dónde pongo esto? -
-Kuki , cariño. Llámame Kuki.-
Yo estaba encima de una silla y ella me daba cosas que yo colocaba encima del armario. Joder. Eso lo podía hacer ella. Pero desde mi sitio, cada vez que se acercaba y miraba el escote, me ponía a cien. La muy tuna se dio cuenta de que me estaba poniendo ciego, y en lugar de cubrirse. ¡Va y se ríe!
- ¡A ver como a qu
edado eso!.- Doña Nuria me hizo un gesto para que me bajara y ella se subió. Me pareció que iba a perder el equilibrio y le agarré de la cintura. ¿O tal vez de más abajo?. El caso es que tuve el culo suyo a la altura de la boca y tuve que resistirme para darle un bocado.
- ¡Ah! ¡Pues ha quedado muy bien!.- Y dicho esto, la cogí de la cintura para ayudarle a bajar. Ahora lo que pasó por delante de mi cara como un pastel fueron aquellas tetas deliciosas.
–¡Muchas gracias, Gerardo! ¡Qué atento eres! ¡No se como podría agradecértelo!.-
Doña Nuria de repente pareció pensar y me miró con una cara pícara pícara y me dijo -Bueno, Sí. Sí se como agradecértelo.- Y dicho esto me dio un empujón y me tiró sobre el sofá.
-¡Pero Doña Nuria! Aquello no parecía hacerle mucho efecto, pues se puso de rodillas sobre mí y me desabrochó la correa de los vaqueros y luego me los desabrochó y tiraba de ellos.
- ¡Kuki! ¡Qué hace!.-
- ¡Tú calla, mequetrefe! ¡Te voy a hacer un hombre!.-
Me quedé de piedra nuevamente. Me intenté incorporar pero Doña Nuria, con un gesto delicado pero forzudo, me tumbaba de nuevo. Se sentó sobre mi vientre.- ¡Doña Nuria! ¡Kuki! ¡Pero que me aplasta!-
-¡Anda ya blandengue!.- Me decía mientras se quitaba los zapatos y luego el pantis. Doña Nuria llevaba una de esas bragas que son una tira por detrás. Se incorporó y quedé impresionado pro unas nalgas grandes pero preciosas. Se deshizo de las bragas y de repente, se puso de rodillas de nuevo encima mía.
Doña Nuria me bajó los calzoncillos lo suficiente como para sacar mi pene medio empalmado. Lo estuvo tocando con fuerza, casi como si estuviera ordeñando. – ¡Ay! ¡Qué cosita tiene mi hombre por aquí.-
En un gesto atlético se deshizo del maillot y me aparecieron sus dos tetas, delante mía. Eran dos pechos preciosos. Más pequeños que los de Doña Eva, pero mayores que los de Juana. Doña Nuria estaba ahora más calmada y comenzó a desabrocharme la camisa. ¡Ay! ¡ si mi lobo no tiene todavía pelos en el pecho! ¿Y en los huevecitos?.- Y dicho esto, metió la mano dentro de mis calzoncillos y cogió mis testículos apretándolos suavemente.
-¡Ay! ¡Qué lechecita más rica tienes que tener!.- Y dicho esto, me cogió otra vez el pito y me lo metió entre sus piernas. Yo nunca había estado con una mujer y me sorprendió el calor que sentía en el pene y que estuviera mojado. Doña Nuria se la metía poco a poco y empezó a moverse. Delante de mí, desde abajo, veía aquellos pechos que comenzaban a votar como consecuencia del movimiento de mi vecina.
La mujer se movía de manera que sentía como mi pito subía y bajada, salía y se metía. Y cada vez más rápido. En algún momento estaba preocupado por que pensaba que se me iba a doblar la picha.
Total, que tanto meneo, tanto meneo, al final, empecé yo también a arquear mi cintura y a buscar el roce del interior de su sexo en mi pene y no tardé mucho en correrme. Al sentir caer mi semen, al sentir mi eyaculación, Doña Nuria se disparó, empezó a moverse como si de una carrera se tratara y estuviera en el esprin final y de repente, aquellos movimientos enloquecidos se convirtieron en unos amplios pero lentos movimientos de cintura, mientras respiraba agitadamente.- ¡Aaaayyy Aaaayyy AAAAAhhhhhh!.-
¡Era verdad lo que decía Pablito, el chico de la cuarta fila! ¡Las mujeres también se corrían! ¡Joder! Estaba orgullosísimo. Salí de la casa de Doña Nuria sintiéndome un hombretón. -¡Adiós Gerardo! ¡Pásate por aquí otro día! ¡Tengo un montón de cosas que poner en el armario!.-
Mi madre me esperaba.- ¿Gerardo? ¡Habéis tardado mucho! ¿No?.-
No se por qué mi primera reacción fue mirar a ver si tenía la bragueta desabrochada.- Bueno…es que tenía muchas cosas que subir al armario.-
-Mira, Gerardo, te tengo que decir la segunda cosa. Va a venir tu tía Mercedita a verte. &ie
xcl;Cómo es tu cumpleaños!.- En ese momento la cara de mi madre cambió y se llenó con una sonrisa angelical.- ¡Felicidades, pichurri! ¿Por qué no me has dicho que era tu cumpleaños?.-
Mi madre me dio doscientos besos. No se fijo demasiado en la cara de frustración que se me ponía al saber que la tita Mercedita vendría a verme. Había quedado con los amigos y el plan se me había chafado. No es que la tita Merceditas me cayera mal. Al revés, era muy simpática y solía darme dinero, pero…
Llamé a mis amigos diciéndoles que no nos veríamos aquel día, sino que más bien sería el sábado. A las seis de la tarde llegó tita Merceditas. No sé si fue que venía vestida más que moderna, o mi desarrollo hormonal. El caso es que se me antojó que la tita Merceditas tenía un trasero muy bonito.
Venía con un vaquero ajustado y un sueter ajustado y escotado en la espalda y por delante, como para apreciar que había ido ya a la playa y que tenía dos tetas preciosas. Mi tía era rubia de pelo lacio y un poco largo. Tenía los ojos marrones claros y la nariz chata. Sus labios eran carnosos y sensuales y como ya os he dicho, era mi tita preferida. Hacía unos meses que no la veía.
- ¡Ay cariño! ¡Cómo has crecido!.- Me dijo dando un gran grito.- ¡Estás hecho un hombretón!.- La verdad es que al decirme eso me puse un poco colorado y un poco vanidoso. Luego se sentó a hablar con mi madre. Lo normal es que yo las hubiera dejado hablar solas, pero de repente, sentí una gran atracción hacia tita Merceditas. Cómo movía la boca, cada gesto ¡Hummm!.
Trascurrían las horas y no paraban de hablar. Mi madre le ofreció a mi tía algo de beber. Aceptó. -¡Ponle algo a Gerardo! -
Mi madre me echó un baso de cola y a regañadientes, un dedo de ginebra. Estaba realmente prendado por mi tía. En esto se pusieron a hablar de papá. Fui despedido por mi madre de la habitación. Me levanté a regañadientes y fui a mi habitación. Oí el teléfono desde mi cuarto. -¿Si? ¡Pituca !¡Qué alegría!.-
Una llamada de Pituca solía durar de hora y media a dos horas. A la media hora, parece ser que tita Merceditas se cansó de escuchar la conversación y apareció por mi cuarto.- ¿Qué haces, Gerardo?.-
Mi tía me había pillado con las manos dentro del pantalón. No estaba haciendo nada raro, sólo arrascarme, pero la verdad es que tita Merceditas debió interpretar otra cosa. Se sentó en mi cama, junto a mí al verme colorado. -No te preocupes. Si todos hemos pasado por esa edad.-
Vaya. Parecía que la tita era muy comprensiva. Quizás demasiado, por que comenzó a meter la mano entre mis muslos y se aproximaba demasiado a mi bragueta. Yo, tenía una vista fenomenal del escote. No me había dado cuenta nunca de esas pequitas en su escote. – Tienes que darte cuenta que se van a producir unos cambios muy importantes en tu vida y que tu desarrollo te permite hacer cosas que tienes que descubrir.-
Su voz me embelesaba y uno de sus dedos me rozaba el paquete. Su mano proseguía su camino ascendente y pronto sentí el ruido de la cremallera bajarse mientras escuchaba la conversación de fondo de mi madre con Pituca.
-Por ejemplo. Tienes que aprender a utilizar esto.- Y dicho lo propio, me sacó de la bragueta mi minga, ya a mitad de rendimiento, esperando recibir nuevos estímulos. Mi tita me ruborizaba.- ¿Eres virgen?.- No me dejó responder cuando ya me estaba haciendo otra pregunta ¿Te la han mamado alguna vez?.-
-No.- Respondí rápidamente..- Pues ahora vas a ver que gusto.-
Tita Merceditas no lo dudó y acercó su boca a mi picha. Empecé a sentir la agradable sensación de sus labios alrededor de mi falo y luego la lengua. Yo creo que mi tita se ha comido muchos nabos antes del mío, pero no lo puedo asegurar, pues no soy un experto del tema. Lo cierto es que a mí me puso en un minuto al borde mismo del orgasmo. Fue entonces cuando encima me agarró el nabo en la palma de su mano y empezó a lamerme con saña.
Veía la cabeza de hermosos pelos rubios y sus cejas y su nariz y detrás su boca, y como sus
movimientos correspondían con un delicioso estímulo. Puse mis manos sobre sus hombros y le acaricié su espalda morena hasta que después de un rato en que pensaba que en cualquier momento podía eyacular, comencé a hacerlo, sin poder avisar a mi tita.
Tita Merceditas, lejos de asustarse, comenzó a mover su lengua y su boca más y más hasta percatarse de no dejar ni un resto de lamer. Cuando hubo acabado, se levantó y con la voz temblorosa, me dejó un importante regalo de cumpleaños. -¡Toma! ¡Esto para que te compres un videojuego!.-
Se fue. Mi madre seguía hablando por teléfono, por lo que antes la ví dirigirse al servicio, supongo que para lavarse los dientes. ¡Yo que se! El caso es que después de aquello, decidí que lo mejor que podía hacer es acostarme para recuperar fuerzas. Me acosté temprano y me levanté al día siguiente tarde y con ojeras.
SI opináis que este relato es mentira, por favor escribir a egarasal1 (arroba) mixmail.com Si por el contrario pensáis que lo ocurrido es cierto, por que a vosotros os han ocurrido cosas parecidas, escribir a mariedurane95@gmail.com