jueves, 8 de enero de 2015

A mis 18 follo por todo lo alto

Ahí estaba yo, a 400 kilómetros de mi casa, sentado en un viejo banco de madera, esperando a la chica con la que había estado soñando desde hacía dos años justo el dia de su 18 cumpleaños. En realidad su amistad se acercaba ya a los 6 años, en los que no habia pasado un solo dia sin que el uno pensara en el otro.

Algo llamó mi atención mientras vigilaba el reloj de mi móvil sin poder contener los nervios, se acercaban tres chicas y entre ellas la mas especial, Alma, era una chica tímida, delgada y de estatura media, con un precioso rostro y un cuerpo perfecto. Llevaba su pelo negro recojido en una coleta, por lo que se podían ver sus bonitos ojos marrones. A su derecha, caminaba una de sus amigas, a la que ya conocía gracias a las redes sociales, se llamaba Lara, tenían aproximadamente la misma complexión, pero ella era rubia con ojos claros, la otra chica era morena y con el pelo rizado, un poco mas ancha que las dos anteriores y cuando me quise dar cuenta ya estaban delante de mi.

-Hola- Dijo Alba tímidamente dándome dos besos.-Te presento a mis amigas, Lara y Paz-
Me presenté intentando aparentar tranquilidad, pero la realidad era que ya me conocían y no estaba nada tranquilo. Tras un rato incomodo de conversaciones estúpidas, decidimos ir a dar una vuelta en mi coche antes de que empezara la fiesta. Subimos al vehiculo y iniciamos el camino hacia unas montañas cercanas.

-Bueno ¿que planes tenéis por la noche?- pregunté

-Tenemos pensado beber algo por la calle con algunos amigos que te falta por conocer, y luego iremos a alguna discoteca o algo de eso- Contesto Lara soriendome con complicidad.

-Hoy puedo hacer lo que me plazca, duermo en casa de Lara, asi que seguro que nos lo pasamos bien- Dijo Alma mirándome y riéndose con sus amigas. Lo que ella no sabia, es que Lara y yo habíamos hablado previamente, no iba a dormir en su casa, y efectivamente, lo íbamos a pasar muy bien.

Llegamos a la montaña, y sin salir del coche, nos liamos dos canutos y las chicas empezaron a contarme cosas de su barrio y sus amigos y amigas, cuando nos dimos cuenta ya llegábamos tarde, así que fuimos hacia el sitio donde habían quedado todos para beber.
Al bajar del coche, me acerque a Alma por detrás y la cogí por la cintura, dándole un beso y felicitándole a su oído por su cumpleaños, en ese momento se giró y me dio un beso como nunca me lo habían dado, no se podría describir tal mezcla de sensaciones, solo sabía que no quería que acabara nunca, pero volví a la realidad, con unos cuantos pares de ojos mirándonos y un silencio incomodo se volvió a recobrar la composición entre la gente y algunos empezaron a presentarse, pero lo que en realidad yo quería, era que pasara el tiempo.

Sexo el último día de trabajo

Era mi última jornada de trabajo antes de las vacaciones de verano. Trabajaba en una empresa en la que mayoritariamente éramos hombres , 40 para ser exactos y sólo 4 mujeres.  Como cada día, media hora antes de salir del trabajo , me dirijo a uno de los vestuarios para darme una ducha, concretamente al de las chicas. Estaba menos concurrido, más limpio y en él podía lavarme tranquilamente dando rienda suelta a mis fantasías. A Lorena, Inés, Vero y Patricia no les importaba esta intromisión en su intimidad y en más de una ocasión habíamos coincido a la misma hora en el vestuario.
Esa tarde, cerré el pestillo (o eso pensaba), dejé mi ropa en la taquilla y entré en la ducha con la polla dura. Estaba muy caliente , no sólo por la agotadora jornada de trabajo y el sofocante calor de Agosto sino porque no podía quitarme de la cabeza a una de mis compañeras de trabajo: Inés. La musa de mis pajas, era una simpática rubia veinteañera, con un cuerpo muy tonificado y poco pecho pero con un culo de escándalo. Cada vez que me contaba sus aventuras de cama , me masturbaba pensando en ella y ese día no iba a ser menos. Cuando estaba a punto de correrme , la puerta se abrió y cuál fue mi sorpresa al ver que era ella que sorprendida,  no podía dejar de mirar los 18 centímetros de polla que sujetaba mi mano.

-      Lo siento! Pensaba que no había nadie. Dijo Inés, acalorada.

-      No te preocupes, ya había acabado. Dije yo, mientras me colocaba la toalla por la cintura y la miraba con ojos de deseo.

Mi polla cada vez estaba más dura y más cuando abrió su taquilla y vi  que tenía colgado en las perchas todo tipo de bragas y tangas a cada cual más sexy. Al verme mirando boquiabierto su ropa interior, se sonrojó y mirándome lascivamente el paquetón, se dirigió a la puerta, echó el cerrojo y se abalanzó sobre mi.   . No me lo podía creer, la chica de mis deseos más oscuros estaba besándome apasionadamente con ganas de guerra y como buen caballero que soy estaba dispuesto a dársela.  Tras despojarle de su ropa y observar su hermoso cuerpo, se puso de rodillas y tras dejar caer la toalla que cubría mis partes más intimas, comenzó a comerme la polla con verdadera devoción.  Me miraba con ojos de cordero degollado mientras me acariciaba los huevos y me chupaba mi miembro como una profesional. Estaba en el séptimo cielo así que agarré su cabeza con las dos manos y comencé a follarme su boca, metiéndosela hasta la garganta. Tras varias embestidas, rápidamente la coloqué a cuatro patas en el suelo y metí mi polla en su coño sin ningún tipo de dificultad.