domingo, 31 de mayo de 2015

ver una pelicula porno

Hetero, primera vez. El instinto de mujer se apoderó de ella, de una chica aún virgen. Mientras su padre se masturbaba delante de una película porno, invitó a pasar a su casa al vecino para que viera el espectáculo
AEmergía desde hacía ya unos días, un pensamiento en su cabeza. Necesitaba algo, que ni siquiera sabía que era, pero tenía la sensación, de que había algo que falla en su vida…
Melisa tenía 17 años, era huérfana, pero tenía unos acogedores padres. María, la madre, tenía 49 años, y José Javier, el padre, 56.
Ella era feliz, pues en el tema de los estudios, era muy aplicada, tenía muchas amigas, y amigos, por supuesto; tenía todo lo que una adolescente pudiera necesitar. Sin embargo, la abrumación que ese pensamiento extraño le producía, hacía que las cosas no fuesen estupendas del todo.
Era invierno, un invierno muy, muy frío, y se pasaba las tardes en casa, estudiando, y escuchando música. A ella no le importaba para nada que sus amigas salieran todos los días de juerga, mientras que ella estaba en su habitación tan a gusto, bien escuchando música, leyendo un libro, o estudiando. En ese aspecto, no tenía problema alguno.
Sus padres trabajaban, ella era hija única, por lo que más de la mitad del día, estaba en casa sola. Se hacía la comida, fregaba, planchaba, ayudaba a sus padres, y en general, nunca le quedaba tiempo para aburrirse, y nada de lo que hacía, la disgustaba.
Un día ya primaveral, era domingo, y se levantó a las 12. De una manera incontrolada, pensó de nuevo en esa extraña sensación, de que algo tenía que hacer, porque no todo en su cuerpo marchaba bien. Se sentía extraña a sí misma, y poco a poco, iba definiendo esa extraña sensación…
Necesitaba averiguar qué es lo que la estaba pasando, porque no era normal que estuviese así de nerviosa, intranquila, y a disgusto consigo misma.
No tenía novio, ni lo buscaba, ni lo necesitaba, a su juicio. Todas sus amigas se quedaban siempre con ella, se metían con su forma de ser, de pensar y actuar, y con la forma tan distinta de vivir, de la que tenían todas ellas. Pero esto, no la importaba tampoco.
Siempre intentaban buscarla algún ligue, hacerla salir de casa, ir de marcha y esas cosillas que a toda chica le place hacer en sus edades adolescentes. Pero no había forma…
Un día, por casualidad, se despertó a media noche, y vio a su padre, que se encontraba enfrente de la tele. No se fijó muy bien en que era lo que estaban poniendo en la tele, así que se acercó un poco más. Estaba prácticamente detrás de su padre, cuando éste se dio la vuelta, y la preguntó qué la pasaba. Ella dijo que no podía dormir, y el padre la recomendó que se volviera a la cama. Ella, obediente, hizo que se iba a su cama, pero tan solo se quedó tras el marco de la puerta, escondida lo justo, para que su padre no la viera. A los pocos minutos, José Javier miró hacia atrás, como para ver que no hubiese "moros en la costa". Entonces se empezó a quitar la parte inferior del pijama, y se volvió a sentar. Cogió el mando de la televisión, y la cambió.
Melisa estaba sorprendida por el comportamiento de su padre, y más aun, por lo que ahora ella observaba: una película porno.
Ella nunca había visto esas cosas, pues no la atraían mucho. Pero en ese momento, cuando veía el televisor, y a esa mujer denudándose sensualmente ante ese hombre, que a ella le pareció una joya escultural, algo empezó a recorrerle todo el cuerpo. Era una sensación nueva, agradable, pero como si de algo malo se tratase. Pensó en retirarse, y volver a dormir. Pero había algo que la clavaba tras el marco.
Veía a esa mujer, ya desnuda, acariciando el pene de su compañero y de vez en cuando, besándolo. El hombre cerraba los ojos, mientras agarraba a su compañera de la cabeza para q se la metiese de una vez en la boca.
Melisa estaba asombrada, y el calor desde lo más interno de su cuerpo, comenzaba a subir. Estaba casi sudando, muy muy acalorada. Pero seguía observando la escena…..
Su padre, estaba
masturbándose, como claramente veía, pero eso a ella no la llamaba peculiarmente la atención. Ella prestaba más atención a lo que la pareja de la película, estaba haciendo.
Ahora se habían puesto de pie, y se dirigían a un diván. Él se sentaba en el dicho mueble, mientras que agarraba a su compañera de las caderas, y la hacía sentarse sobre él. Entonces observó algo que la subió totalmente la temperatura. Vio desaparecer el tremendo instrumento del hombre, en la vagina de la mujer. Subían y bajan a una velocidad desenfrenada, gemían y se acariciaban. Melisa ahora estaba tan caliente, que se había olvidado de que su padre estaba delante suyo, y casi involuntariamente, se echó la mano a su parte más acalorada, hambrienta, y sedienta de ser tocada: su virgen coño.
Se acariciaba la zona púbica, y parte de los senos. Se lo estaba pasando realmente bien. Mientras observaba a la pareja de la televisión practicando la postura que hacía unos días una de sus amigas la había enseñado que se llamaba "misionero", le pareció escuchar unos sonidos en el pasillo. Ella se asustó, y retiró las manos de donde las tenía, y fue de puntillas a la mirilla de la puerta a ver quién era. El padre estaba absorto en la película, y ni siquiera se percató de los sonidos.
"Madre mía, es el vecino de arriba", se dijo así misma. El vecino de arriba, como ella lo llamaba, era el único chico que la volvía loca, pero nadie más que ella, lo sabía.
En ese momento estaba tan caliente, que no pensaba claramente. La primera locura que se le ocurrió, fue invitar a su vecino a que viera el espectáculo que habían en su casa, pero le pareció muy descabellado. Se dirigió nuevamente al marco de la puerta, pero volvió a pensar en su vecino, aun rebuscando las llaves.
Quizás su instinto femenino, empezó a actuar por primera vez, y él fue lo que la hizo reaccionar, ir a la puerta, y con un preciso y delicado movimiento, abrirla. Vio a su vecino en las escaleras buscando las llaves, y ella con un gesto, le indicó que callara, y fuera hacia allí. El chaval, de 17 años, venía de juerga y no estaba muy orientado, y al principio rechazó la propuesta, pero Melisa volvió a insistir, y éste ya aceptó.
Entraron en casa los dos, y ella cerró la puerta con el mismo cuidado que la había abierto. Él entró de puntillas, advirtiendo la presencia del padre de la chica, y no dijo ni una palabra.
Ella, señaló el televisor, y a continuación a su padre. Estaba muy caliente, y él lo notó. El chaval comenzó a mirar a la televisión, y luego miró a Melisa, la cual estaba "obrando" de nuevo. Inconscientemente, se había vuelto a llevar la mano a su húmedo volcán. Él que lo ve, comienza a excitarse también…
Ella estaba la primera, tras el marco de la puerta, y después de ella, se encontraba el vecino. Esa alineación, invitó al joven a echarle mano a su querida amiga, la cual no impidió el acto, sino que le condujo a donde quería que tocara…
Ella estaba muy húmeda, mirando al televisor, y su mano, indicaba a la del vecino que su mano se sumergiera en las profundidades de su ser…
Él la hizo caso, y con su mano por delante del cuerpo de la joven, comenzó a hacerse paso entre el vello púbico que tan húmedo y caliente se le ofrecía.
Comenzó acariciándola, abriéndole los labios mayores, y luego los menores…
Ella andaba ya como una moto, y le pidió q se lo comiera, que quería hacer todo lo que estaba viendo en la película…
A todo esto, el padre se había quedado dormido en el sofá, por lo que iban a tener un buen rato para ellos.
Ella se dio la vuelta, se abrió de piernas, y le ofreció su joven conejito, al chaval que tan sediento estaba ya de poseerla.
Le lamió el clítoris, ella se retorcía, y él la decía en bajo que callara. Consiguió meter la punta de su lengua en la salada vagina de su amante, y esto a ella le supo a gloria, aunque también a poco…
Le separó, y le dijo: Ahora yo, te voy a hacer una mamada como la que he visto en la tele, y tú, vas a guiarme, y me vas a coger de la cabeza,
cada vez que yo te coja de los huevos.
Ella empezó a lamerla como si de un helado se tratara. Le estaba haciendo sufrir, y él no aguantó más. La agarró de la cabeza, e hizo que se la tragara de una vez. Sintió un placer inmenso, y ella no reprochó su poca paciencia. Comenzó a juguetear con ella, con la lengua, los labios, y terminó agarrándole de las bolas, y éste, obedeció a la anterior súplica de la chica, y la cogió de la cabeza.
Poco tiempo después, tuvo que retirarla, pues tenía una sorpresa para ella. Por suerte, esa noche se había llevado en la cartera dos preservativos, por lo que pudiera surgir. Y no pensaba desaprovechar al menos uno…
"¿Dónde está tu habitación?", preguntó a la chica. Ella le cogió de la mano, y le condujo hasta su cuarto, y cerró la puerta. Se quitó el camisón, y el joven pudo observar por primera vez el cuerpazo de su vecina. Tenía unas tetas bien formadas, redondas y grandes, con unos pezones preciosos, y la forma que le daba a su cuerpo las caderas, la hacía tremendamente deseable…
Él se quitó el pantalón del todo, y casi sin darse ella cuenta, él ya tenía el preservativo puesto.
La empujó en la cama, la tumbó, la besó por todo el cuerpo y le comió los labios como nunca antes lo había hecho. "Es tu primera vez, verdad?", preguntó él. "Si, así que por favor ten…", no la dio tiempo a terminar la frase, dio un respingo y un suspiro de dolor se escapó de su boca. Él chico acababa de penetrarla con todas sus ganas, de una estacada, y había entrado casi sin dificultades. Comenzó a balancearse, hacía atrás, y hacia delante. Ella cerraba los ojos, apretaba los dientes, y leves gemidos desde la garganta se ahogaban en un sentimiento de dolor y placer…
Melisa no dejaba de retorcerse y arquearse, de dolor al principio, pero tras un rato, de inmenso placer. Aquello la estaba gustando, la estaba gustando mucho, y ella quería seguir los pasos de la pareja que había visto en la televisión. Quería probarlo todo, quería más y más, que la penetraran hasta lo mas profundo, y de todas las formas posibles…
Entonces el chaval, la dijo que se diera la vuelta y se pusiera a gatas, y ella, obediente, lo hizo en seguida.
Se mojó los dedos, y primero le metió un dedo, luego le metió dos, y cuando intentaba meter un tercero, ella dijo: "No, no metas el tercero. Quiero que me hagas tocar el cielo con tu verga en mis entrañas, quiero que me la metas ya!" Él dijo entonces: "está bien, pero así la penetración es muy profunda, así que agárrate a lo que puedas, porque lo vas a necesitar…" Entonces el joven, comenzó a jugar con su polla en la vagina de su compañera, restregándola por sus labios, tocando su clítoris…… y cuando estaba cerca del agujero del placer, comenzó a hacer pequeñas entraditas con el capullo… hasta que de una sola vez, se la ensartó hasta los huevos. Ella se estiró del placer, con una reacción brusca y violenta, hasta q empezó a bombearla como un poseso, se la sacaba y se la metía, entera, haciendo sentir en la vagina de su chica, su tremenda y dura polla. Ella gemía y gemía, se estaba muriendo de placer… "Me estás matando, tocas fondo cada vez q me la metes, cabrón, que bien lo haces, sigue así….!!!", le decía ella mientras mordía el borde de la sábana…
Él estaba extasiado, cerraba los ojos, y agarraba a su compañera de las caderas, como si quisiera partirla por el vientre, y cada vez se la metía con más impulso, lo que a ella, le volvía loca…..
Salió de ella, la dijo: "Ahora vas a hacer lo que yo te diga; te vas a poner tumbada boja abajo, con la cadera lo mas arriba q puedas, de forma que pueda ver tu precioso conejito, y vas a abrirte de piernas lo más q puedas". Ella, lo hizo con toda sumisión, y él, tumbándose sobre ella, a la vez q se agarraba su miembro, comenzó a metérsela. Una postura muy, muy excitante, por lo que él se empezó a poner muy, muy cachondo….
Ella tuvo su segundo orgasmo, mientras la follaba desde arriba con un vicio en la cara inmenso. Ella se estaba corriendo, y las contracciones
de su coño hicieron que su joven compañero, empezara a llegar al orgasmo. Éste aceleró, comenzó a moverse a un ritmo desorbitado, la cama parecía romperse, y ella casi terminaba llorando de placer. El chaval finalmente, dio dos últimas envestidas, y se corrió.
Quedó tumbado sobre ella, la sacó de su cuerpo. Quitó el preservativo, y se vistió.
Ella, tumbada en la cama aun boca abajo, dijo: "Encantada de haber perdido así la virginidad contigo. Cuando quieras, puedes pasarte de nuevo".
Él la dijo: "Creo que tú y yo vamos a vernos mas a menudo". La dio un lametazo en el coño, y la besó en la boca. Con un adiós, se fue, y cerró la puerta sigilosamente.
El padre aun dormía, y la tele seguía puesta.
Ella se arropó, y así, quedó dormida.
Al amanecer, cuando fue a buscar el pan, se volvió a encontrar con su vecino, y este, la invitó a subir a su casa. Ella aceptó, y cuando estuvieron en el salón de él, comenzaron a besarse……
Pero esto, es otra historia…

mi email mariedurane95@gmail.com

miércoles, 27 de mayo de 2015

Experiencia sexual con alumna

Durante los primeros dos meses mededique a coquetearle con la mirada mientras daba clases eso lo poníanervioso y a veces por cualquier pretexto de tarea o que no entendíaalgo iba a su oficina para que me explicara. De seguro mis coqueteos por que medaba cuenta que a veces se formaba un bulto en su pantalón. En realidadcon mis insinuaciones solo quería provocarlo a lo mucho a que me besara claroparece que se me paso la mano.
Un día me pidió quelo viera en su oficina después de clases me extraño pues el nunca hacia eso. Cuando estuvimossolos en su oficina me invito a sentarme junto a el y me empezóa decir que hacia mucho había notado mis insinuaciones y que ya era horade que obtuviera lo que estaba buscando, me puse muy nerviosa y roja, noteel bulto que se formaba en su pantalón, la forma en que me miraba empezóa acariciarme la pierna levantando suavemente la falda del uniforme escolar,me pese más nerviosa y le reclame de que estaba haciendo, el me dijo queeso es lo que yo quería que no me iba a arrepentir ahora. En ese momentosentí como subía mi temperatura y empezaba a mojarse mi vagina no sabia quehacer, entonces el me empezó a besarme mientras acariciaba mis piernas,me quede paralizada, solo sentía como me acariciaba los senos y las piernasalgo paso en mi me deje llevar pronto estaba besándolo y acariciandotambién. Poco a poco nos fuimos quitando la ropa disfrutaba mucho sus cariciasy me excitaba su cuerpo fuerte y varonil.
Nunca había visto a un hombredesnudo y no me imaginaba que podía ser así cuando vi y toque su pene por primeravez sentí se encendía algo dentro de mi irresistible lo mire a los ojosy le pedí que me hiciera suya, saco un preservativo de su cartela y selo puso me impresiono el tamaño de su pene como ya dije nunca habíavisto uno, varias veces había imaginado como seria tener a un hombre en mi interiorhaciéndome el amor pero no creí que su miembro iba a ser tan grande, measuste le dije que esta era mi primera vez y que no me fuera a lastimar, eldijo que me tranquilizara y que le dejara todo a él. Me puso sentadaencima del escritorio instintivamente abrí las piernas mostrando mi vagina ansiosay húmeda, se acerco y lentamente puso la cabeza de su pene dentro de mislabios vaginales, en ese momento sentí que me moría de la excitaciónpoco a poco sentí como entraba y que algo en mi interior se rompía tal vezpor lo excitada que estaba no me dolió mucho cuando estuvo por completo dentrode mí lo apreté con mis piernas para que así se quedara, entre besosy caricias continuo entrando y saliendo, sentía que estaba en el cielo sentíariquísimo y no quería que terminara, después de un rato me levanto y me pusoboca abajo contra el escritorio y en esa posición continuo penetrándomemas rápido sentí que me moría.
Poco después sentími primer orgasmo tan delicioso e intenso fue increíble gritaba y gemía quede rendida,el lo noto y se movió más rápido y al poco tiempo acabo también melevanto y puso frente a él y me dijo que le quitara el condón, lo hice nuncahabía visto semen, me dijo que lo limpiara al principio no lo comprendípero cuando dirigió su pene a mi boca supe lo que quería y lo hice, metísu pene en mi boca lo lamía con mi lengua limpiando el esperma que había dejadoel condone me dijo como debía hacerlo lamerlo y succionarlo aprisionándolocon mis labios me empezó a gustar sobre todo por la forma en que sentía quese ponía duro otra vez, disfrutaba mucho succionar y chupar ese miembroque me había hecho gozar tanto, metía cada vez más su pene por mi gargantapoco después sujeto mi cabeza con sus dos manos y se corrió en miboca sentí el chorro de semen entrando a mi garganta
y lo que no me trague meescurría por los labios.
Después nos vestimos y mepregunto que pensaba si me había gustado le dije que si me fascino, entonces meinvito a seguirlo haciendo claro con las debidas precauciones nadie debíaenterarse y yo estuve de acuerdo. Así empezó una temporada desexo y aprendizaje que nunca olvidare.
Esa fue mi primera experiencia sexualespero que les halla gustado este primer relato escríbanmesus comentarios a: mariedurane95@gmail.com

martes, 26 de mayo de 2015

mi primera vez hetero

Fue en junio del año 1999,cuando yo tenía 17 años. Eran los últimos díasde clase y se notaba la entrada del verano. En mi clase del institutohabía una chica que me gustaba muchísimo.Se llamaba Alicia y era unos meses mayor que yo. Por mi timidezcasi no me atrevía a hablar con ella, y cuando lohacía yo creo que se notaba a la legua que estaba coladísimopor ella. El día en cuestión,el 11 de junio (no se me olvidará nunca), Alicia llevaba unos shortsy una camiseta de manga corta unas cuantas tallasmayores que la suya, que le llegaba hasta la mitad delmuslo. Al verla así vestida empecé a tener todoslos pensamientos que puede tener un chico de 17 añosen un día caluroso. Quién me iba a decir a míque esa tarde acabarían convirtiéndose en realidad.Ese día tuvimos una hora libre; un profesor no habíapodido venir, pero como mi instituto era de esos en los queno te dejan ni respirar sin permiso, no nos dejaronsalir en la clase, recomendándonos queestudiáramos los exámenes que se nos venían encima.Pero nadie estudió. Alicia, que se había sentado solaen una mesa, se acercó a mí, que también estaba solo,y nos pusimos a hablar; no me acuerdo de qué, porque estabahipnotizado mirando sus ojos verdes y su cara preciosa,con una fantástica melena de pelo negro muy liso.De la conversación sólo recuerdo que en un momento dadome preguntó si tenía algo que hacer esa tarde. Casime da un infarto: ¡por supuesto que no tenía quehacer nada! ¿Cómo iba a haber algo más importanteen el mundo que verla a ella? La excusa eran unos apuntesde matemáticas. Quedamos en su casa a las seisde la tarde.
Se pueden imaginar que esa tardeestuve tremendamente nervioso. No era la primera vezque iba a casa de una chica, por supuesto, pero estavez iba a la de la que me traía de cabeza. Estuvemedia hora bajo la ducha, me preparé como se preparauno para una cita. Un cuarto de hora antes de la horaya estaba en su portal. Pulsé el porteroautomático y en unos segundos oí su voz, que me invitóa subir. Una vez arriba me abrió la puerta. Tuve elsegundo amago de infarto del día: ¡estaba en albornoz,acababa de ducharse! Su pelo mojado, el amplio escote que dejabael albornoz, sus pies descalzos… Automáticamentetuve una erección de caballo. Rápidamente tratéde disimularla con la carpeta que llevaba en la mano,ya que mis bermudas no la disimulaban en absoluto. Ellaestaba sorprendida de que hubiera llegado tan pronto,no le había dado tiempo a vestirse, pero no se sintióincómoda con mi presencia, más bien al contrario.Como veía que yo estaba muy cortado, me llevóa su cuarto. Por el camino me contó que estábamossolos, que sus padres, que trabajaban en una empresa deseguros, habían salido en un viaje de negocios.Solos. Absolutamente solos, yo y la chica a la que habíadedicado tantas noches calientes en la soledadde mi habitación.
Me senté en su cama mientrasella se secaba el pelo con una toalla. Lo siguiente quepasó me dejó completamente alucinado; empezóa deshacer el nudo de la cinta del albornoz. Yo hiceun amago de marcharme de la habitación, de formarefleja ante lo que se avecinaba. Ella me dijo:
- Oye, por mí no te vayas,¿eh? Yo lo del pudor lo tengo superado desde que voy ala piscina (en nuestra conversación de esa mañaname contó que practicaba la natación desde pequeña). – No, si yo también, peroes que… – De todas formas contigo me importamenos todavía.
Esa última frase síque me dejó en el sitio. ¿Realmente ella tambiénsentía algo por mí? No tuve tiempo de reaccionar, pues antemí cayó al suelo el albornoz, como cuando se inaugurauna escultura, y es que no era para menos. Creo queme quedé con la boca abierta. Sus pechos no eran demasiadograndes, pero eran redonditos y compactos; sufigura, espectacular; sus piernas, de locura; y su coño…¡buah! Era la primera vez que veía unoen vivo y en directo. Tenía poco vello, era precioso. Mi pollaestaba totalmente enhiesta, y la posiciónde la carpeta empezaba a resultar sospechosa.
- Joder, David, parece que no hasvisto una tía desnuda en tu vida, hijo. – Pues com
o tú, nunca. – Vaya halago. Tú tampocoestás nada mal.
Así, totalmente desnuda,se sentó a mi lado. Toda esa soltura no la podía darla piscina municipal ni de coña. Más tarde meenteraría de que se había cepillado a medio barrio. Nos miramos unrato largo a los ojos (aunque yo estaba deseando mirarlea muchos otros sitios) y nos besamos como locos.Yo tampoco era experto en besos -y menos de esetipo-, pero hay cosas que no hace falta aprenderlas.Con tanta agitación se me cayó la carpeta al suelo.Ella me miró la entrepierna y sonrió.
- Vaya trancazo que tienes, David.
No era para menos. Mis 18 centímetrosde polla a esa presión se veíanmajestuosos. Yo no sabía qué decir, así que ella siguióhablando:
- ¿Alguna vez lo has hechocon alguien? – Pueees la verdad es que… no. – Yo estoy deseando que me la metasentera.
Comprendí que ese era eldía en que mi vida iba a cambiar. Dejé todos losmiedos de lado y me entregué al sexo. Ella me quitó lacamiseta en medio segundo y yo me bajé las bermudas.Por la parte superior de mi slip asomaba media verga con lapunta ya brillante. Ella la agarró con fuerzay empezó a masturbarme. Yo me dejé caer hacia atrásgimiendo de placer. Gran parte de mi conocimiento acercadel sexo provenía de las películas porno queveía a escondidas los viernes por la noche en el Canal Plus,así que tomé yo la iniciativa, separé sus piernasy comencé a chupar los labios de su vagina. Eso le gustómucho.
- Aaaaah, David, qué bienlo haces, tío. Sigue, por favor.
Yo estaba entusiasmado chupandoy chupando. Después de unos minutos, ella, excitadísima,me derribó contra el colchón y se puso sobremí, de rodillas en la cama, con su vagina chorreante cercade mi polla. Yo no hablaba, simplemente cerrélos ojos. Noté cómo una mano tomaba mi miembro y, en dossegundos, lo noté dentro del coño de Alicia.No puedo describir con palabras lo que sentí enesas décimas de segundo en las que mi glande se escurrióhasta el fondo de su vagina. Una vez dentro, empezóa subir y a bajar. Yo seguía con los ojos cerrados,los labios apretados, intentando no correrme en ese mismoinstante (mi excitación, como comprenderán,era tremenda). Ella fue variando el ritmo, en algunos momentosparó (la muy cabrona notaba perfectamente queestaba a punto de correrme). No nos dio tiempo acambiar de postura. Cuando abrí los ojos y via Alicia botando sobre mi pene, que desaparecía porcompleto en su coño y volvía a aparecer, dije:
- ¡Aicia, me voy a correr!
Ella rápidamente se levantó,justo antes de que expulsara unos tremendos chorrosde semen calentísimo, que cayeron sobre mí, sobrela cama y sobre ella. Fue el orgasmo más intenso quehe tenido en mi vida, y posiblemente también elmás largo. Eyaculé cantidades industriales de leche, y después,me quedé como muerto sobre la cama, boca arriba, todavíaempalmado.
Alicia me besó otra vez.
- No has estado nada mal para serla primera vez.
Eso me llenó de orgullo.Nos seguimos besando y después, tras limpiar comopudimos los chorretones de semen, nos vestimos y solucionamoslas dudas de sus apuntes de matemáticas.
Les he querido contar mi primeraexperiencia porque me marcó mucho. Másadelante tomé conciencia de lo arriesgado que había sidono usar condón, pero en esos momentos ni nos acordamos de él.Afortunadamente no pasó nada. Volvía hacer el amor con Alicia dos veces más ese verano. Despuéscreo que se echó novio. Aunque yo me sentía muy atraídopor ella, empecé a salir con otra chica de mi barrio, estuvimosbastante tiempo juntos, pero hemos roto hace yaunos meses. Yo creo que todavía hoy sigo obsesionadocon Alicia.
Si desean escribirme para contarmelo que quieran, mi e-mail es: mariedurane95@gmail.com


lunes, 25 de mayo de 2015

novios de otros tiempos

Hetero, primera vez. Después de años de no verse un desgraciado hecho reúne a una pareja de novios infantiles.
Romeo Dolorosa. Para ser sincero, el nombre de ella lo he olvidado, en nombre de la caballerosidad; sé perfectamente quién es, y prefiero llamarle de otro modo, puesto que es seguro que leerá estas palabras…así, le pondremos Susana, puesto que no se asemeja a su nombre.
Corría el año de 199…, en la ciudad de Santiago, en un barrio de Quinta Normal, y por ese entonces tenía diecinueve, ella diecisiete de edad, y éramos vecinos; no sé si alguno de ustedes tuvo alguna vez una de esas vecinas con las que suelen molestar tus padres, como si al ser niños pudieras desarrollar verdaderos sentimientos de pasión o amor ante una mujer que no sea tu madre… el caso es que Susana era eso: mi supuesta novia infantil. Cuando jugábamos solía defenderla, ya que otros niños no les parecía compartir con niñas. Ella tenía el pelo pajizo y ondulado, las cejas tupidas más no gruesas, y los ojos de color azul; era pálida y pecosa en la nariz, además de tener dientes grandes, ser desgarbada y con la voz algo grave para ser niña. Yo era más bien corpulento, con los dientes parejos de tantos cuidados maternos, de cabello matizado rubio y liso, los ojos grandes y azules y las manos gruesas, aunque de buen porte para mi edad… como dije antes, niños en crecimiento.
Durante unos años ella marchó con su padre al extranjero, puesto que era exiliado político, mientras la madre se quedó en casa, así que no supe de ella al menos tres años, entre los diez y los trece; para cuando volvieron a vivir al barrio, yo estaba entrando en la adolescencia, tenia otro tipo de amistades y hace mucho que había dejado de preocuparme de ella, creo haberle visto un par de veces durante esos cuatro años, esencialmente porque casi no paraba en casa y ella, como supe después, estaba internada. Durante ese tiempo poco recordaba de la niña que compartió mis juegos y travesuras de infante; tuve un par de noviazgos con chicas de mi edad, mas nada serio. En cierta forma pasaba de todos y todo, y mi únicos dos intereses reales eran la música y las artes marciales, además de tener un buen promedio estudiantil, con lo cual podía hacer lo que quisiera, siempre en un margen de respeto a mis padres… aún cuando solía meterme en líos, no me castigaban demasiado. Hasta que un día, ocurrió una desgracia.
Una tarde mientras volvía a casa temprano de ensayar con la banda, vi un cúmulo de gente fuera de la casa de los padres de Susana; algunos de ellos estaban llorando y el resto con marcas de profunda congoja, al ver a mi madre fuera con esta gente me enteré de lo ocurrido: la abuela de Susana, madre de su padre y quien vivía con ellos desde siempre, había fallecido. Su madre, amiga de la mía, estaba deshecha al igual que su padre… dejé las cosas en casa, y volví donde mi madre, esperando servir de algo; en esos momentos era cuando podía ser de utilidad. Mi vecina, quien por cierto era bastante bella, me pidió el favor de ver a su hija, de preocuparme de que estuviera bien, puesto que había llegado hace unos momentos antes que yo, y seguramente los parientes adultos la estarían ahogando a pésames. Pensé que era una estupidez estar consolando a alguien que debía sentir su pena, que era una niña igual que antes y que en el fondo no sería sano el molestarla, más guarde mis pensamientos y partí en busca de ella… Mi sorpresa fue mayor al verla, ya que de la niña de mi infancia quedaba poco, estaba ante una muchachita mona, de cabello largo y ondulado con el mismo tono de antaño, cuidadosamente peinado en una cola hasta su cintura; su cuerpo cubierto por un traje ajustado de raso con chaqueta de negro, unos pantalones del mismo color entallados en su silueta delgada, de buen porte, algo como 1,65 m., con la cara delgada y casi sin pecas y los dientes bellos, aún detrás de esos frenos. Tímidamente avancé hasta ella, esperando confuso que me reconociera, y por suerte no me equivoqué; así como tantas veces en nuestra vida anterior, ella se abalanzó en mis brazos, tomándome del cuello con los suyos y descargando un fuerte lamento en mi pecho, al tiempo que lagrimas ardientes cayeron copiosamente de sus ojos.
Un grado estúpido de vergüenza se posesionó de mí, aunque no dejé de abrazarla
. Lo que sigue es algo confuso y de hecho sin importancia para la narración, sólo puedo agregar que durante la noche no me despegué de su lado, a la vez que ella no dejaba de aferrarse a mi brazo, cada vez con más fuerza. Mi madre, en su bendita sapiencia, sugirió que ella fuera a pernoctar en nuestra casa, ya que en casa de sus padres el velatorio seguiría por horas y la gente no estaba dispuesta a irse tan fácilmente… el caso es que terminó en mi casa, mis padres en casa de sus padres y ella en mi habitación, con la excusa de tener miedo a dormir sola; llegamos pues a eso de las 23:00 h., y subimos a mis aposentos con prontitud; mi hermano mayor estaba estudiando en casa de su novia y no pensaba llegar hasta mañana al almuerzo; mi mente trabajaba en forma febril, estaba a ciento por ciento concentrado en ella, en cómo sería tener mi primera vez con ella, la noviecita de mis juegos, que hoy cuando analizo esto, no dejo de sentir que era despreciable, pero en el fondo todo era algo extraño y la vida da oportunidades extrañas siempre.
Una vez en mi habitación, busqué el saco de dormir para mí, mientras ella se metía bajo las sabanas sin desnudar; charlamos largo y tendido y mentiría si dijera que recuerdo bien de qué, pero me era difícil tener una perspectiva oratoria en esos momentos. Recuerdo que apagamos la luz, justo al momento de que mis padres nos vinieron a ver; sentí cómo ellos marchaban prontamente, y a la vez cómo no dejaba de pensar en quien tenía a un paso… era demasiado y decidí botar tensiones, así que abrí el saco y me metí en el baño contiguo a mi habitación. Comencé rápidamente a masturbarme, con algo de brusquedad y rabia, sentía que la vida se me iba en ese gesto, imaginando a Susana en poses que una niña no podría tener, aún si era tan deseable. Pensaba en el tamaño y sabor de sus pechos, en el olor de su pubis y en como sería encular ese dulce trasero. Terminé, me limpié y lavé mis manos, di la cadena del baño para no levantar sospechas y salí con prontitud; cuál no sería mi sorpresa cuando vi que ella estaba sobre la colcha con las manos perdidas entre las piernas, con la espalda doblada y un grado de satisfacción en su rostro. Había prendido repentinamente la luz, y con ello le encontré de esa manera; al momento tapó su cara, presumiblemente avergonzada, pero el efecto estaba hecho. Me acerqué a la cama, levanté las mudas y quedé frente a sus ojos; tomé con mis fuertes manos de forma delicada su rostro, busqué sus labios, aquellos botones regordetes y rosa, y bebí de su boca el más dulce y ardiente beso hasta entonces. Con el cuerpo cubrí el suyo, sobre ella froté mi entrepierna, mientras ella dejaba que las suyas rodearan mi espalda, a la vez que sus dedos se perdían en mi largo y espeso cabello. Así nos mantuvimos por unos momentos, al parecer una eternidad, hasta que en un gesto se puso sobre mí; sonrió con la tibieza de otros tiempos y se sacó su camiseta ajustada, dejándome ver un brasier de blanco encaje, probablemente regalo de la madre, el cual soltó sin dejar de mirar mi rostro. Puso su pecho sobre mi polera corta sin dejarme vislumbrar esos senos que tanto me estaban obsesionando; susurró que esto siempre había pensado que pasaría, que ella perdería su virginidad conmigo, que desde pequeña estaba segura que nuestra relación se daría y sólo era cuestión de tiempo, lo cual me puso algo nervioso, no sabía si estaría a la altura de sus expectativas.
Busqué con las manos tocar sus pezones, a la vez que no dejaba de besarla y procedí a tocarlos, sentía cómo el calor inundaba su cuerpo y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Pude por momentos incorporarme para desnudar mi torso, a lo cual ella agregó que le gustaba mi marcación, comenzando a recorrer mi pecho con los dedos de una mano, a la vez que trataba de bajar mi pantalón con la otra. Empezó torpemente a besar mi cuello, luego mi pecho y bajó hasta mi vientre, al tiempo de jalar mis jeans con ambas manos, dejándome en interiores solamente, separando los botones con prontitud, dejando escapar mi erecto pene; entonces dijo algo sobre lo que practicaban sus compañeras con sus amigos, que les chupaban el miembro hasta dejarlos eyacular, y en el internado entre ellas se daban demostraciones con pepinos y otros frutos. Bajó su boca besando levemente mi capullo, dándose tiempo de apreciar
la reacción en mi rostro, en mis manos entrecerradas sobre las sábanas, para luego cubrir mi glande primero y mi pene hasta donde podía; su lengua hacía milagros moviéndose en el agujero de su boca, sus dientes y los frenos rozaban algo mi tronco, lo cual lograba excitarme más, y tuve que prontamente retirarla de esa posición, si no eyacularía y no sabía con certeza si recibiría bien este regalo en su garganta: la verdad es que no deseaba embarrarla. Me puse en sus pechos, en ese par de meloncitos duros y bien formados que poseía, y procedí a mordisquear con locura; a su vez ella buscaba mi espalda con sus dientes, mientras sus manos me guiaban entre sus pantalones, bajándolos, quitando su tanguita pequeña y blanca, húmeda gratamente, para así posar mis manos en su sexo, metiendo con rudeza mis dedos entre sus labios vaginales, entrando y saliendo… la voz se volvía a ratos incongruente, le escuchaba gemir: siii, siii ,ohhhh, ¡ah! ¡ah! Auuuhh…sigue…
Cuando sus gemidos se hicieron más intensos, comenzaron leves estertores, entonces supe que debía penetrarla; con torpeza le pregunté si deseaba que la desvirgara, ella sólo movió la cabeza afirmativa, para seguir gimiendo. Me puse sobre ella, con las caderas en posición y con suavidad empecé a entrar; estaba húmeda, sus piernas, su culo y sexo, y sin embargo, costó para que entrara, lo cual me agradaba secretamente. Sus paredes se estrechaban sobre mi pija, apretaban a cada entrada, al tiempo que sus dedos se perdían en mis muslos, enterrando las uñas en mis carnes, obligando que entrara con mayor rapidez. Comenzamos a movernos de manera torpe, inconexa, para luego encontrar un ritmo propio, una conjunción sexual que se mecía al vaivén de sus gemidos y los míos; su voz, pastosa y sensual, se dejaba arrastrar ante cada embestida, hasta que la coherencia dejó de tener lugar; comenzó a subir el tono, a mordisquear con fuerza y a pedir que fuera más intenso: ¡Más fuerte!…ahhh,ahhh, que me duela, métemela hasta el fondo, rómpeme, párteme en dos, ahhhh, ahhhh, ohhhhh sí….auuhhh… Así fue como empecé a sentir el orgasmo, sin preocuparme de si podía embarazarla o no, terminé dentro, cayendo sobre ella, a la vez que disfrutaba de su lánguido gemido de placer.
Pensaba que con esto bastaría, cuando sentí su boca sobre mi pene otra vez, me la estaba chupando, quedándome a mano sus caderas. Lamía con deleite mis huevos, y yo busqué acomodar su vulva sobre mi boca; mordisqueaba con premura cada punto de sus labios bulbosos, húmedos otra vez, separándolos y buscando su pequeño clítoris, para así comerlo, devorarlo a chupones y dentadas, hasta que sentí su líquido sobre mi boca, bebiéndolo con premura. Entonces, con pensamientos torvos me salí de esa posición sin perder de vista sus caderas, y puse su cabeza contra la cama, levanté sus muslos dejándolos a mi merced, decidido a tomarla por culo. Me incorporé apoyando mi glande entre sus nalgas apretadas y de manera feroz entré en su pequeño orificio; su esfínter se contraía y dilataba exquisitamente, en tanto de su garganta sus gemidos se hacían más duros, más secos, como si el dolor le encantara… tengo que agregar que su entrechocar de caderas, difícilmente significaba que estuviera incómoda. Mi pija entraba con fuerza, salía casi hasta la punta, para entrar otra vez, y sus gemidos terminaron siendo gritos apasionados: ¡¡¡Síííí!!!, rómpeme el culo, hazme sangrar, quiero que me hagas tuya , ahhhhahhha….ahhhhh…
Al acabar, nos vestimos lentamente, ordenamos y nos dormimos con un beso, sobre la cama, con la promesa de volver a repetir; pero eso es otra historia.

mi email mariedurane95@gmail.com

domingo, 24 de mayo de 2015

Como me hice mujer

Hetero, primera, relato del día. Un particular e intenso relato de la primera vez de una sensible y sensual mujer,
Me llamo Any, tengo 18 años y estoy iniciando estudios de diseño gráfico. Soy una chica simple… algo más desarrollada mentalmente para la edad que tengo lo que me causa serios problemas de integración con los chicos de mi edad… me parecen todos unos babosos y súper péndex.
Desde que tenía seis años practico patín artístico y natación en competición. Llegué, sobre todo con el primero, a competir en varios campeonatos internacionales y he dejado la competición pero sigo practicándolos porque son mi pasión.
Siempre tuve una muy buena inserción en los grupos donde me tocó integrarme porque mis padres me dieron una libertad basada en mi capacidad de autoprotección. Pero esto, en un aspecto, no me hizo muy bien… porque quedé descolgada en mis tiempos de mujer.
Ahora… me siento una mujer… (mis problemas de adaptación con los péndex de mi edad son terribles)… y por otro lado sé que soy una adolescente que ha empezado la tarea de iniciarse en el sexo con bastante retraso.
Pertenezco a una familia de clase "medio media" (o partida por el medio) mi padre, periodista, con su nueva mujer que me lleva nueve años y mi mamá, escritora, con su joven amigo que cuando le paso cerca siento cómo se me desatan solas las tiras de la tanga o se me paran los pelos de mi nuca de cómo me mira… a pesar de que estoy acostumbrada a que me miren… por tantos años de competir, bastante ligera de ropas.
Tengo un cuerpo armonioso con mis 1,75 m de estatura modelado con los años de gimnasio. Muy linda cola, paradita y fuerte. Tengo, para mi gusto, demasiados "pectorales" (94) pero a los chicos esto los pone loquísimos… jijijiji He llegado al punto de no salir con los chicos de mi edad, por no soportar a los babosos.
Mis inicios en las primeras erupciones volcánicas de mi sexo estaban limitadas a mis propias caricias y las fantasías que fueron siempre el plato fuerte de mi vida sexual adolescente.
Mi primer "antes y después" me ocurrió cuando tenía 15 años. Un ida, después de un ensayo para una competencia mundial quedamos solos y jugando inocentemente con Antonio, mi pareja de aquel momento en un cuadro de patín danza (Antonio es, hoy, un declarado homosexual). Allí tuve mi primer orgasmo. Después del ensayo, quedamos últimos en el vestuario del club. De puro calentona me fui, desnuda, a espiar a Antonio que se estaba duchando. Su cuerpo desnudo, su sexo espléndido, su atlética figura me hicieron un efecto tal que mientras lo espiaba y me acariciaba, me descuidé. Antonio se me apareció de golpe, sorprendiéndome. Aturdida y sin saber que hacer, ni decir, solo se me ocurrió pedirle, así desnuda como estaba yo y él también, que quería hacer una practica "loca". Sólo por fantasear (y porque secretamente me erotiza el cuerpo masculino desnudo) nos pusimos a hacer una practica del cuadro que preparábamos, totalmente desnudos.
A medida que bailábamos cada vez que tocaba mi cuerpo desnudo con sus manos, en mis entrañas se producía una tormenta eléctrica. Llegué a un estado de lujuria tal que, en un momento dado, cuando íbamos rodando a media velocidad, yo me senté en su rodilla derecha, mi sexo apoyó fuertemente sobre su pantorrilla vigorosa y vibrante por el rodar de los patines y mi excitación contenida explotó como un volcán. A partir de allí mis orgasmos son como una droga para mí.
Mi confianza con Betina, mi compañera de competición y amiga familiar desde nuestra infancia; y la autoprotección mutua que nos brindábamos nos llevo a dos cosas. 1º) A examinar tanto y tan meticulosamente las condiciones de cada parejita de novios que formábamos que nunca llegamos a acostarnos con ningún chico (aunque he llegado en una noche de apriete y música lenta a tener más de tres orgasmos con solamente orientar a mi novio a las zonas terribles de mi cuerpo: mis pezones, mi nuca y mis tobillos) y 2º) A tener sesiones de caricias y orgasmos, desnudas, con Betina, en los hoteles donde paramos cuando estamos compitiendo en el extranjero. La excusa era que estar distendidas nos permite una mejor concentración en las rutinas. Mentiritas, jijijiji.
Ha
ce un par de meses chateando en elsitio.com conocí un veterano… bien veterano, tiene 54 años. Como estoy acostumbrada al trato con tipos grandes (los dirigentes que nos acompañan en los mundiales son peligrosísimos), lo manejé… (lo manejamos, mejor dicho, porque las primeras veces estaba Betina conmigo en la PC)… con cancha y tratando de hacer calentar a un veterano que, me pareció, se creía muy pícaro. Afortunadamente, resultó ser mucho más pícaro de lo que yo creía.
Un día lo fui a ver a un workshop de turismo en el Sheraton de Buenos Aires. El Pocoseso (ese es uno de sus nicks en el chat) estaba con cuatro chicas de mi edad que trabajan con él. El ambiente y la situación me condicionó terriblemente y me recalenté con este veterano. Me daba muy poca bola (a pesar que me fui vestida para infartarlo) y las odiosas que trabajaban con el ese día me miraban con cara de culo y cada cosa que le decían, parecía que lo mimaban.
Fuimos a cenar los seis a un lugar muy bacán de Puerto Madero (mama estaba en Montevideo con su pareja) y después nos fuimos todos al Hotel Panamericano donde paraban (son todos de una ciudad del interior). Luego nos reunimos todos en su habitación. Pidió whisky para él y champagne para las chicas (yo también, obvio). Después de un par de horas (no estoy acostumbrada al alcohol) y tres botellas entre las cinco… estábamos todas muy alegres. Mandó a las otras a dormir a sus habitaciones: Yo temblaba (Betina dice que de la calentura, pero no, eran nervios. La perdida de mi virginidad siempre me preocupó mucho). Se dio una ducha y se puso la bata del hotel.
Nunca… lo juro, NUNCA creí que alguien podría hacerme llegar tantas veces al orgasmo en unas horas… sin siquiera penetrarme. A pesar de tener una erección descomunal que me aterraba (quizás por eso no lo intentó siquiera) manejó mis zonas erógenas con una habilidad increíble… Perdí totalmente el control pero creo haber llegado al orgasmo, algunos de ellos realmente colosales, más de una docena de veces. Yo debía volver a casa antes del amanecer por el llamado telefónico de mi madre por la mañana… nos duchamos juntos (mi ultimo e interminable orgasmo) y me llevo en un remise hasta mi casa.
Posteriormente almorzamos y cenamos juntos muchas veces porque él viaja muy seguido a Buenos Aires. Pero siempre me trató con una habilidad asombrosa para hacerme perder los miedos hasta llegar a ese estado de calentura permanente que te hace, a partir de un momento determinado, estar dispuesta todo, pase lo que pase. A sabiendas de que me erotizan las descripciones minuciosas de actos sexuales, (en eso el Pocoseso es un capo, antes de conocerlo personalmente llegué al orgasmo más de una vez frente a mi PC) cuando cenábamos me contaba y describía cosas que me hacían llegar al orgasmo, muchas veces en el mismo restaurante, sin siquiera tocarme.
Hace un mes me llamó por teléfono para invitarme a un fiesta particular en su ciudad y me mandó los pasajes para que viajara con mamá o con una amiga. Lógicamente fui con Betina. Llegamos al aeropuerto y nos esperaba una de sus colaboradoras que nos llevó a un espectacular hotel. Él vino al mediodía, almorzamos y nos dio instrucciones y datos para que conociéramos la ciudad y sus lugares más atractivos.
Nos pasó a buscar a las 22 y fuimos a una fiesta de primera categoría. Alrededor de dieciséis parejas, más o menos, matrimonios en su mayoría. Gerentes de bancos, dueños de empresas importantes, algunos artistas, periodistas, etc.
Nosotras dos estábamos para el infarto (Fatiga como le dicen sus amigos íntimos- me había recomendado el nivel de las pilchas, al invitarme por teléfono). Betina con una microminifalda y microsoutiens todo bordado brillante y sandalias trenzadas muy altas… ¡¡¡ casi en cueros, va !!!… Yo con un vestido híper corto de gasa color piel, trasparente, tomado solamente del cuello, con hombros y espalda totalmente al aire. Debajo, sólo una minitanga negra, sin cola y sandalias súper altas. ¡¡¡En cueros total, digamos!!! Jijijiji
El resto de las mujeres, debo reconocerlo, tenían pocas cosas encima, pero ninguna por debajo de los 500 dólares, ¡¡¡un paquete!!!, en resumen.
Yo, como siempre, sufriendo mis problemas clásicos; mis tetas que se escapaban por los costados de un vestido de gasa muy liviana y mis pezones que con el roce de la ga
sa, parecían una galletita de chocolate con una aceituna negra en el medio.
El ambiente, genial. Las mujeres, muy piolas, sueltas, sin custodiar a sus maridos. Supusimos con Betina que Fatiga se debe haber comido a varias de ellas; por la forma dulce que lo tratan, por lo interesadas que estaban en saber quién de las dos (o si las dos, alguna preguntó) era la nueva adquisición de Fatiga. Además, por el trato cordial y franco que nos daban a nosotras dos.
Los tipos ¡¡¡de locura!!!., empresarios, serios, pero con esa habilidad para hacerte saber que si asentís con los ojos, sos boleta en un segundo, jijijiji.
A mí me tuvo contra las cuerdas el ingeniero, capo máximo de una empresa constructora italiana. Un tano mayor, medio peladito, al puro estilo italiano del norte. Me hizo sentir una Diosa. Fatiga miraba desde lejos, sonreía y me hacia señas que si no lo atendía… se la iba a encarar a Betina… ¡¡¡el muy maldito!!!.
Demás esta decir que mi monte de Venus palpitaba a 180 pulsares por segundo. Fuimos cinco veces a toilette con Betina, el bidet me refrescaba la temperatura en mi sexo. Adentro de la casa estaba fresco, por el aire acondicionado, pero en los jardines (era una casa quinta en zona residencial) hacía un calor de locos.
A las 3 y media de la mañana se fueron casi todos y quedamos el matrimonio dueño de casa (56-48), otro matrimonio más joven (40-35) muy amigos de los dueños de casa; Fatiga (54) y las dos nenitas… Betina y yo (18-18).
Propusieron darnos una zambullida en la piscina. Ahí fue donde se empezó a complicar todo para mí. Estaba tensa como cuerda de violín y súper caliente, lo que siguió, directamente ¡¡¡me mató!!!.
Los varones en slip, las mujeres en soutien y tanga. Betina y yo nada por arriba porque no teníamos. Empezamos a jugar, mujeres contra varones (4 contra 3) una especie de waterpolo. Ocurrió que cuando alguien agarraba la pelota, se transformaba en rugby.
Como yo era una de las más altas, siempre la agarraba. Además, al saltar la microtanga, encajada que estaba en mi cola, ni se movía. A las otras, cuando saltaban, se les bajaba la trusa hasta las rodillas, con los aplausos del caso.
Cada vez que yo agarraba la pelota y veía cómo se me venían los varones, comenzaba mi delirio, me tocaban para sacarme la pelota y me corrían 30 mil voltios por todo el cuerpo.
Salimos de la pileta y se me empezó a complicar aún más el panorama. Aparecieron los toallones, nos secamos y con la mayor naturalidad todos se sacaron la ropa mojada y se sentaron en los sillones del jardín ¡¡¡EN CUEROS !!! mamita querida. ¡¡¡qué momento!!!.
Marcos, el veterano dueño de casa, tenía un pene espectacular. Yo no podía, o no quería, sacarle los ojos de encima. La mujer, Liliana, una veterana con cuerpo de vedette, muy bien conservada, hablaba de las aventuras de su juventud y como era de esperar, comenzaron todos a hablar de sexo.
Yo miraba a Betina y me daba cuanta que temblaba, igual que yo, del estado de excitación que teníamos. Nos hicieron declarar, muy sutilmente, mi virginidad y la decisión de perderla y el reciente inicio de Betina en el sexo como la gente, hace no mas de cuatro meses.
Cuando Betina empezó a contar sus inicios con el matrimonio mayor con quien esta aprendiendo el sexo, la cosa se me puso difícil, porque yo he visto videos de lo que Betina contaba y los recordaba.
Por otra parte, a los varones, por más que se hacían lo que "no pasa nada", se les empezaron a despertar sus sexos. Cuando se paraban para buscar más bebida, en la mesita ratona, sus penes se bamboleaban como queriendo pararse… ¿me explico?. Mis ojos iban de aquí para allá, me empezaron a retumbar los oídos, mis genitales eran lava liquida. ¡¡¡Any, estás en estado terminal!!!, pensé.
La que estaba más inquieta que yo era la chica de la otra pareja, Valeria. Se dieron un par de ardientes besos con su pareja. Ella se sirvió más cerveza y se sentó en la falda de Mario, su marido.
Cada vez que se reía o comentaba algo, se movía sobre Mario y la cara de éste era una suplica. Se levantó un par de veces a servir su copa y yo vi que Mario se acomodaba. Me crucé de piernas apretando los labios de mi vulva ¡¡¡me imaginé lo que venía!!! mi sexo empezó palpitar, no me equivoqué.
Valeria se fue
levemente agachada a la mesa que estaba frente a ella, se sirvió llenando el vaso y retrocedió levemente agachada, pero con las piernas un poco más abiertas ¡¡¡y se sentó arriba del falo de Mario que le entró hasta el tronco!!!. Estaban tan cerca mío que escuché claramente el ruido de la penetración en una vagina seguramente inundada de flujos. Ese chapoteo apagado de una penetración violenta hasta el fondo fue más fuerte que yo… y tuve un orgasmo que apenas pude disimular.
Betina, mientras tanto, hablaba y el resto escuchaba. Valeria se dio cuenta de lo que yo había visto y vio los espasmos contenidos de mi orgasmo. Me miró con una sonrisa cómplice y me cerró un ojo. A pesar del orgasmo, mi calentura ya era incontenible. Además se me notaba en las tetas ¡¡¡no sabía qué hacer!!!.
Mario empezó a pasar la mano por la espalda de Valeria y ésta, que tenía la verga en su sexo hasta los pelos, se quejaba muy, pero muy suave. Miré la espalda de Valeria, a mi lado, con la piel totalmente erizada, sentí la mano tierna y cariñosa de Fatiga en mi nuca y tuve otro orgasmo que ya no pude disimular. Tuve dos o tres sacudones que lo vieron todos.
Valeria y Mario se levantaron, pidieron disculpas, y se fueron la dormitorio más cercano. Mario tenía una erección perfecta con la verga brillosa de los jugos de Valeria. Nosotros, a propuesta de Fatiga, entramos a la casa y nos sentamos en rueda en la alfombra peluda del living. Desde la sala se sentían los quejidos y sacudidas de Mario y Valeria. Yo creí que iba a enloquecer… ¡¡¡necesitaba tocarme!!!.
En un momento Valeria empezó a gritar. Nos levantamos todos y fuimos hasta la puerta de esa pieza. Nos vieron pero no les importó, Mario estaba tirado en la alfombra y Valeria arriba en cuclillas, hacia flexiones tomándose de los tobillos de Mario, dándole la espalda, digamos.
Mmmmm… recuerdo ese momento y me erotizo toda. Los cinco totalmente desnudos, amontonados en la puerta de la habitación, las respiraciones irregulares, las expresiones de asombro y de ponderación de lo que estábamos mirando. Delante de mí Liliana tomó la mano de su pareja y la llevó hasta su sexo, noté cómo abría sus piernas para que él pudiera operar con comodidad. A mi lado Betina se masturbaba sin miramientos.
Cuando fueron acercándose al orgasmo Valeria se sacudía como una loca, gritaba, maldecía y sus quejidos parecían rugidos. Yo sentí que Fatiga me tomaba suave y dulcemente desde atrás y dejaba que su sexo quedara entre mis piernas. Tomó, desde atrás mis pechos con sus manos y me dio un mordisco suave y húmedo en la nuca. Aún sin estar penetrada tuve un gigantesco orgasmo que me hizo gritar sin importarme que los otros que estaban allí junto a nosotros en la puerta.
No aguanté más, miré a Betina que me hizo un guiño cómplice. En ese momento decidí que esa sería la primera noche de sexo de mi vida.
Suavemente me solté del abrazo de mi adorado y dulce veterano y caminando por un pasillo entré a un dormitorio matrimonial. Encendí la luz del maquillador y me senté en una banqueta a cepillar mi pelo largo que ya estaba casi seco. Unos segundos más tarde entró en la habitación, mi hombre. Muy sereno, bien varón, con una mirada dulce, pero penetrante, que me daba seguridad sin quitarme las bestiales ganas de que me poseyera. Lo veía decidido, pero muy tierno y sensual.
Quedó parado a pocos metros tomando serenamente su enésimo vaso de whisky, pero estaba radiante. Se apoyó en la cómoda de forma tal que el espejo le permitiera mirarme. Eso me erotizó aún más y empecé a sentir ese cosquilleo hermoso en mi monte de Venus.
Peinaba suavemente mi largo pelo que me llega a tapar parcialmente mis durísimos pezones. A través del espejo veo sus ojos encendidos que miran mis rosados pezones que se asoman entre mi pelo rubio. Los shocks eléctricos en mi espalda, en mi nuca, en mi sexo, me avisan que estoy a punto de perder el control. Me muero por decirle que se acerque, pero no quiero darle el mando de la situación.
Engancho deliberadamente en mi pelo el cepillo conque me estoy peinando, pego un grito suave y le pido que me ayude a soltarlo.
Se acerca y se para muy cerca, detrás de mí para ayudarme, lo miro con una sonrisa cómplice. Siento que su sexo semierecto esta rozando mi espalda
, como acariciándola. No aguanto más, me doy vuelta y levantando mi mirada lo miro a los ojos.
Mis ojos están húmedos de lujuria, de desesperación por sentirlo, de angustia porque necesito dominarlo y obligarlo a hacer todo lo que me hace falta desde hace mucho tiempo.
Demostrando inocencia e ingenuidad le muestro una uña de mi pie derecho que la sandalia quebró en un traspiés. Se arrodilla frente a mí Al cruzar la pierna, para mostrarle mi uña, mi sexo queda al descubierto de su terrible humedad después de mis orgasmos anteriores. Se queda, absorto, mirándolo. Cuando muerde el pedacito de uña para cortarlo siento sus labios en contacto con mi piel y me corre un sacudón por todo el cuerpo. Él se da cuenta. Mete el dedito de mi pie en su boca y lo empieza a chupar suavemente… mirándome a los ojos. Mis ojos se entrecierran, mi respiración que se acelera, una fuerza invisible que yo ya no controlo empieza a separar mis piernas para que él avance por dentro de ellas con su boca.
A medida que avanza con su lengua, sus besos, sus mordiscos en la entrepierna provocan que mis caderas empiecen a moverse. Miro hacia abajo los labios de mi sexo se están frotando en el tapizado peludo de la banqueta que ya empieza a tomar algo de brillo con mi flujo vaginal. Siento ese suave y hermoso aroma de emite una hembra en celo, que se prepara a recibir al macho.
Llega a mi sexo. Siento su lengua suave, sedosa y tierna que toca delicadamente mi clítoris. Mi orgasmo es incontenible, trato de sostenerlo, de aguantar un par de minutos más. Cuando su lengua se introduce en mi sexo lo tomo por la nuca, lo aprieto fuertemente contra mi sexo y estallo en un orgasmo gigantesco, sublime.
Los sacudones de mi cuerpo no terminan, es uno detrás del otro. Grito desesperada del placer que me hace sentir, me quejo casi al borde del llanto por no tenerlo dentro mío.
Me tomo con mis manos de las rodillas y las pliego contra mi cuerpo. Ahora me tiene absolutamente entregada para saciar su sed de sexo. Me come literalmente mi vulva. Siento que esta bebiendo mis flujos de orgasmo y lo que se corre hacia mi cola lo quita suavemente con la lengua. Mis temblores, mis quejidos, mis gritos, no hacen más que enardecerlo para comer con más desesperación mi sexo. …Mmmmmmmmm… por Dios… estoy bombeando los últimos borbotones de mi orgasmo y empiezan las contracciones de mi vagina, ¡¡¡me siento morir!!!…
Levanto su cabeza y lo miro a los ojos. Miro su boca brillosa de mis flujos y meto con desesperación mi boca dentro de la tuya. Paladeo el gusto de mi propio sexo. Paso mi lengua por sus labios, no quiero que se pierda nada.
Froto con fuerza mis pezones erectos en el vello de su pecho. Me excita tanto esto que se ponen más secos y rígidos. Hago que se pare frente a mí que estoy sentada, beso suave y castamente el lomo de ese miembro que ya esta casi en su máxima erección, miro hacia arriba y busco su mirada como suplicándole que me penetre para calmar mi desesperación. Cerrando los ojos, con una leve sonrisa, me transmite la sensación de paz necesaria para esperar y sospechar que tiene algo mejor para mí que lo que mi desesperación pretende con urgencia.
Sólo mirar tu pene, una verga hermosa, me pone al borde del orgasmo. La tomo con las dos manos, temblorosas de la excitación, desplazo la piel lentamente hacia atrás y al mostrar totalmente el glande hinchado y morado de la punta sale una gota de liquido transparente. Tomo mis pechos, uno por uno, y unto mis pezones doloridos y resecos por la fricción con el vello de tus pantorrillas. Lo que esto me hace sentir, él lo ve en mi cara que esta hacia arriba, la boca abierta, jadeante, mis ojos húmedos, entrecerrados y suplicantes, mis suaves quejidos de placer.
Tiemblo como una hoja, no puedo retener el segundo orgasmo, se me está por escapar. ¡¡¡Dios mío…!!! quisiera que este momento durara toda mi vidaaaaaaaa.
Me paro delante de él, paso mis manitas temblorosas por su cuerpo, tiemblo entera ¡¡¡no lo puedo controlar!!!, estoy haciendo fuerza desesperadamente para retener el orgasmo. Me calzo de nuevo las sandalias, que son altísimas, para igualar su altura. Bajo su hambrienta verga hasta la horizontal, levanto levemente mi pierna y pongo su pedazo entre mis piernas, justo debajo de mi sexo y mi cola. Me duele la fuerza que hago para no acabar.
Paso la mano por detrás mío, toco mi cola, allí está, asomando hacia atrás la cabezota de su verga.
Lo abrazo con desesperación, lo to
mo de la nuca y me meto dentro de tu boca. Él inicia la acción, me abraza fuerte, siento que tus potentes brazos son como una tenaza de la que no puedo salir… Mi pubis avanza y retrocede frotando mi sexo y mi cola en su sexo duro como una roca. Mi clítoris se frota en el vello de su pelvis. Me pongo frenética, no lo aguanto más ¡¡¡me sacudo como una poseída!!! chupo la saliva de su boca como si fuera liquido vital y exploto en un orgasmo del que parece no voy a poder salir nunca más. Grito como una loca, me quejo, lo puteo por no estar dentro mío y me sacudo con más fuerza descontrolada.
Es tal la intensidad de la acabada que sigo con las contracciones espasmódicas cuando lo hago acostar en la banqueta boca arriba. Sus piernas cuelgan por una punta de la banqueta y la mitad de su torso por la otra… está incómodo y debe hacer fuerza para mantener su cuerpo en la horizontal, pero lo tengo a mi merced…
Su verga esta totalmente untada de los flujos de mi último orgasmo. Camino con una pierna de cada lado de la banqueta hasta quedar justo sobre ella. Lo miro a los ojos, le regalo una sonrisa de triunfo, ahora voy a comer lo que más quiero.
Pongo el glande en la puerta de mi sexo, sé que esto es muy grande para mí, me parece que no voy a poder. Pero mi desesperación me empuja a seguir. Siento un poco de miedo. Pero mi locura es total.
Los labios de mi vulva hacen ruido con sus jugos cuando paso la cabezota morada para que se lubrique y no me lastime. Siento que mis jugos chorrean por mi entrepierna. Siento el olor de mi sexo, el del suyo… y me erotizo al punto tal de sentir ganas de dejarme caer y ensartarme aunque me reviente por dentro. Estoy totalmente loca.
Dejo la cabeza de su verga en la entrada de mi sexo. Siento cómo me empieza a abrir, ese brutal barreno separa los labios de mi vulva y comienza a penetrar… ssssss… me arde un poco… es que siento como si me estuviera entrando un palo de fuego… sssssssssssss… ahora duele… sostengo el cuerpo para no seguir bajando… pero me muero de ganas… mmmmmmmm
Lo tomo de la nuca para que no haga tanta fuerza para mantener su cuerpo horizontal… ssssssssss… eso me hizo bajar un par de centímetros de golpe… ¡¡¡mi Dios!!!… me siento rellena… no me puedo mover. Comienzo a sentir sacudones espasmódicos que no puedo controlar. Sus manos en mis tetas me ponen del todo loca. No logro aguantar el orgasmo, se me esté por escapar. Me salen sonidos guturales de mi boca que yo no provoco. Me quejo porque me duele. Miro hacia abajo ¡¡¡Dios mío!!! recién entró la cabeza… no vamos a poder… aaaayyyyy… mi vagina empieza a bombear un orgasmo gigante… grito como loca porque siento que sale demasiado flujo… que me lubrica… que los temblores me quitan fuerzas… que se me aflojan las piernas… que me estoy ensartando cada vez más, sin querer… aaaaaayyyyyy… no logro detener la penetración… mi orgasmo no para…. ¡¡¡me siento morir…!!!.
Él se toma de mis hombros para erguirse y besarme los pezones, esto acelera el proceso de penetración. ¡¡¡Es imparable!!! Me duele muchísimo… me gusta con locura … me agarro con las manos los cachetes de mi cola y los abro para ver si duele un poco menos… es peor… se acelera la penetración… grito y lo puteo porque me duele… porque me siento empalada… porque me gusta… porque me vuelvo locaaaaaaaa.
Estoy tan abierta de piernas que siento que sus huevos empiezan a rozar mi cola… me excita hasta el paroxismo… me suelto del todo, aflojo las piernas que me sostenían… siento que su monstruosa verga sigue inexorablemente abriéndome las entrañas… ¡¡¡parece que no terminara nunca de entrar, por Dios!!!… no lo puedo soportar, es como una lanza caliente que me clava hasta la garganta… me retumban los oídos… empiezo un orgasmo suave… una mezcla de flujo del orgasmo y algo de mi sangre me suaviza el dolor… me quedo quieta sólo unos segundos… siento palpitar tu verga dentro mío… estoy segura que no entra nada más… lo abrazo fuerte y meto su cara entre mis pechos… estoy toda mojada con el pelo pegado a mi piel… siento que mi vagina sigue vomitando su orgasmo… me vuelve loca esto… cruzo las piernas detrás de su espalda… la penetración se hace total… por favoooooooooooorrr qué me está pasandoooooooo… lo miro a los ojos y comienzo a moverme… los flujos y la sangre del desgarro me ayudan a resbalar en su piel… me doy cuenta que no va a poder seguir reteniendo su leche… mi lechita… por mucho tiempo más. Juro po
r Dios que mi orgasmo sigue… ya no lo puedo parar maaaaaasssss… su verga me revuelve las entrañas… me está rompiendo toda, lo estoy sintiendo, no me importa si mientras tanto sigue este orgasmo por el que me dejaría morir…
Tomo su cabeza entre mis manos, mojadas de sexo, miro sus ojos implorante para que libere su preciado tesoro… jadeo en su cara… le muerdo los labios… las orejas… meto mi lengua en sus oídos… le muerdo el cuello… clavo mis uñas en sus hombros y comienzo a dar empujones gigantes. UNO… Dame tu leche, hijo de putaaaaaaa… DOS dámela yaaaaaa que me muerooooooo… TRES siiiiiii ahí empieza, lo estoy sintiendoooooooo… CUATRO… aaaaaaaaaaayyyyyyyy siento los chorros de semen caliente dentro mioooooooooooo… CINCO, mi orgasmo múltiple entra en el clímax, el ruido de nuestros sexos es impresionante… seis, siete ocho, nueve y massssssss y se transforma en una masa de sexo que convulsiona hasta un temblor permanente… grito, imploro, me quejo, lloro y me abrazo a él para fundirme en una sola cosa.
No sé cuánto tiempo pasa en esa extraña convulsión interminable. Sí sé que tengo dentro un mar de semen que me calma el ardor y va atenuando lentamente mi lava interior.
Me quedo quieta, siento que comienzan mis contracciones. Le estoy ordeñando todo lo que queda de semen en su verga… Mi vagina chupa su verga como mi boca su lengua y los labios… al apretarme con tus tenazas en un abrazo fuerte contra su pecho, con tanto semen dentro mío, siento que me está preñando… que me está echando semen dentro del estomago… siento la cabeza de su verga en mi garganta y sus huevos empujan mi cola mojada de semen, flujos y sangre.
Me toma de la cola y me alza como a un bebe…. esta dentro mío, siento cómo palpita mi vagina con semejante cosa dentro. Me siento tan empalada que sé que no voy a caer… es tanto el líquido que tengo dentro que siento cómo chorrea por mi cola y mis nalgas.
Se sienta suavemente en la cama y lentamente se acuesta de espaldas. Le pido, le ruego, que se mueva muy despacio. Pliego mis piernas a ambos lados de su cuerpo y me acurruco arriba suyo.
No quiero que salga, lo beso suavemente en los labios. Me arden mis labios, mis pezones, mi vulva pero me hace disfrutar aún más este momento. Me siento muy cansada. Le pido que me deje quedar así, que se quede dentro mío, descansando un ratito, sintiendo las contracciones esporádicas de mi vagina que aprietan su verga, ahora suave y soportable.
Lentamente, me voy quedando dormida… en un éxtasis, sacudido por esporádicos temblores. 
mi email mariedurane95@gmail.com

sábado, 23 de mayo de 2015

un viaje sexual

Hetero, primera vez. Un hombre sin escrúpulos droga a una joven para poder desvirgarla mientras duerme.
A
Esta narración me fue enviada por un amigo para que se las contara a ustedes y está con algunos arreglos nada más de escritura, todo lo demás es verídico, por lo menos así me lo dice mi amigo Antón
Querida Ximena, quiero contarte parte de mi historia, para que tu le des la forma que quieras y la narres en tus relatos.
Tengo 48 años. Un físico nada excepcional. Soltero, con familia que vive retirado de donde yo vivo. Como puedes ver, algo muy típico de un hombre solo. Tengo un buen trabajo. Poseo un automóvil, con el que salgo a pasear cuando me siento aburrido. A veces me dirijo a otras localidades, para conocer. Y fue en uno de estos viajes en que empieza todo.
Iba por la carretera, ya saliendo de la ciudad, cuando diviso unas escolares haciendo autostop. Me detuve, y me pidieron que las acercara a sus hogares. Distante unos 20 Km., de distancia. Total como exactamente tenía que pasar por allí, nada me costaba llevarlas.
Subieron, y se acomodaron en sus respectivos asientos. Eran muy agradables, tanto para conversar como de aspecto físico. Sus edades no sobrepasaban los 17 años.
Macarena, una rubia muy bien hechita, y que de seguro, cuando creciera sería toda una belleza. Yasna, también rubia, que nada tenía que envidiar a Macarena. Y por último Karina. Era morena, ojos verdes, con unos senos que ya dejaban ver la figura que sería el día de mañana.
Todas hablaban de golpe y cada cual quería contar su historia, a su manera, hasta que tuve que ir poniendo orden en lo que les preguntaba.
Macarena, vivía con sus padres y dos hermanos mayores. Esta fue la primera en descender del viaje.
Luego le toca el turno a Yasna. Ella vivía también con sus padres y unos tíos. Todos en la misma casa.
Por último le toca el turno a Karina. Vivía, casi al final de aquel villorrio, en unas casas apartadas de la parte central de aquel pueblo. Por lo que debí, apartarme de mi camino para acercarla mas a su hogar.
Casi todas ellas se despidieron de un beso, en mi mejilla, de agradecimiento, por haberlas acercado a sus hogares. Dentro de la conversación que tuve con ellas, quise saber mucho de como vivían, que hacían cuando llegaban a casa, y si siempre, hacían autostop.
Me contaron que casi nunca lo hacían, pero que ahora se les había hecho tarde y por ello no sabían cómo llegar luego a sus hogares para que sus padres no se preocuparan.
Además, me contaron que les gustaba bailar, y que a veces en su pueblo hacían bailes en donde iban con sus amigos. Y que allí, a escondidas de sus padres, sacaban sus cigarrillos y fumaban a escondidas, o cuando no también a escondidas, sacaban de sus escondites o mandaban a un ingenuo amigo a comprar cervezas.
Como te darás cuenta, bastante despiertas estas muchachitas.
Bueno el caso es que les dije que si querían al día siguiente las podría llevar nuevamente. A lo que me respondieron que sí, de inmediato. Total les había infundido, bastante confianza.
Al día siguiente, sabiendo que me las encontraría, llevé preparada una cerveza, con un adormecedor, para ver qué resultaba de ello. Pero, era mejor cambiar de vehículo, para no dejar huellas. Por lo que, le pedí a un amigo que cambiáramos auto, por esa tarde, él estaba feliz, puesto que el mío es mucho más nuevo.
Ya con todo preparado, me dirigí, aproximadamente a la hora en que ellas estarían en la carretera, esperándome.
Al llegar al lugar, solo estaban, Macarena y Karina.
¿Qué pasó con Yasna? Les pregunté.
¡Ella no pudo venir a clases, pues se sintió mal del estómago! Me respondieron.
¡Bueno, entonces, las llevo a ustedes dos! ¡Suban!
Emprendimos el viaje, conversando sobre cosas del instituto. Me hacía el interesado en sus calificaciones. En el trato de ellas con sus padres, en fin cosas así, para que me tuvieran confianza.
Aquella tarde sus padres debían estar en el instituto me contaron, pues tenían reunión de apoderados. Karina me contó que sólo su madre había ido a la reunión, ya que su papá, había salido de viaje.
¿Y hasta qué hora es la reunión? Le
s pregunté, medio nervioso por la oportunidad, que se me presentaba.
¡Siempre las reuniones son hasta las 9 de la noche! Me dijo Macarena.
Mentalmente sacaba cuentas. Son las 6 de la tarde, tengo como tres horas para poner en ejecución mi plan. Y además, en que llegue la mamá de Karina a casa, es otra media hora. Tiempo suficiente.
Faltaba poco, para llegar a su pueblo. Pero pensándolo bien, me dije, que era mejor hacerlo con una bien que con dos a medias. Por lo que al pasar por el pueblo, deje a Macarena, sin problemas. Luego de bajar del automóvil, proseguí el viaje con Karina.
Al cabo de unos minutos le dije:
¿Te apetece una cerveza?
Me miro y me dijo: ¡Pero mi mamá! ¿Qué dirá si me encuentra el olor a cerveza? ¿Y quién se lo dirá? ¡Yo por lo menos no la conozco, así que por mí no temas! ¡Además, de aquí a que llegue tu mama el olor ya se habrá pasado!
Considerando todo ello, me dijo que bueno.
¡Pero, le dije, estacionaremos en ese camino lateral para que no te vayan a ver!
Y doble a mi derecha entrando por un camino que, ya había inspeccionado, y sabía que por allí nadie pasaría. Era totalmente solitario. Saqué la cerveza de donde estaba y la abrí. Se la pasé. Y se dio a beberla.
Mientras lo hacía, le preguntaba cosas triviales, como hacia dónde llevaba este camino, si vivía mucha gente en este pueblo, que si tenía novio, en fin, cosas que mientras esperaba que se produjera el efecto deseado, la hicieran que me tuviera más confianza.
Al cabo de unos 5 minutos, noté que ya se estaba produciendo el efecto. Bostezaba. Luego sus párpados se le hacían cada vez más pesados. Para no despertar sospechas de mis intenciones, bajé del automóvil, y le dije que caminaría mientras ella terminaba la cerveza. Y la vi mirarme, mientras me alejaba.
Pasados 5 minutos mas, volví y allí estaba ella, totalmente dormida. La cogí en mis brazos, y la llevé al asiento posterior. La tendí a lo largo y me di a acariciarla. Era exquisita. Sus pequeños senos se dejaban ver por debajo de su blusa. Levanté su falda y vi sus magníficos muslos. Al levantarle aún más la falda, asomó su calzón blanco, con figuritas.
Tomándolo del elástico se lo bajé. Luego abrí su blusa, y levanté su sostén, también de color blanco. Quedaron a mi vista sus dos tetitas deliciosas, que bajando mi cabeza, me di a besar con furor. Mientras lo hacía, con una de mis manos, acariciaba su montecito de Venus, abriéndole sus labios vaginales, e introduciéndole muy suavemente mi dedo medio, hacia su interior.
Decir que era una exquisitez, sería poco decir. Era una cosa maravillosa, sentir ese cuerpo totalmente entregado a mí. Mi pene estaba totalmente agitado, bramaba por entrar en esas carnes vírgenes. Mi dedo entraba y salía de aquella conchita virgen. Lo introducía hasta que llegaba a tocar la delicada membrana de su himen, pero no quería romperla aún. Quería que ese privilegio fuera de mi miembro.
Y de tanto acariciarla, sentía que ya era hora de que conociera a quien sería su dueño. Colocando una de sus piernas sobre el respaldo del asiento delantero y la otra a lo largo del asiento en que se encontraba, me ubiqué en medio de ella. Con mi mano libre, pues la otra sujetaba su pierna en el respaldo, tomé mi pene y lo llevé a la abertura de su vagina. El contacto fue un golpe eléctrico para mí. Sentía la tibieza de su vagina rodeándome la punta del pene. Y me di a empujar delicadamente. A cada embestida, lograba entrar un centímetro más. Ella, entre sueños se quejaba, pero nada más hacía.
El roce de las paredes de su vagina en mi pene era embriagador, era tan calentita. Hasta que no pudiendo más, empujé de una sola vez, y sentía cuando su delicada membrana cedió a mi empuje. Y victorioso, mi pene se abrió camino entre aquellas delicadas paredes.
Entre sus sueños ella gimió con dolor, pero ello no le hizo despertar, seguía sumida en sus sueños placenteros, tanto para ella como para mí. El ir y venir, era encantador. A cada embestida, llegaba más adentro de Karina. Ya mis vellos púbicos rozaban la entrada a su vagina. Sentía que la punta de mi pene llegaba a su matriz.
Entraba y salía cada vez más rápido. Qu
ería llenarle su matriz con mi semen. ¡Aaaaaahhh… qué cosita más rica… qué apretadita…uuuhhhhmmm… eres tan ricaaaaa… vas a quedar llenita de mi semen… para que siempre me recuerdes… ooooohhhhhh!
Y ya soltando su pierna sobre el respaldo, la cogí de sus nalgas y la empujaba contra mí, para llegar cada vez más adentro… quería traspasarla, quería meterme dentro de ella.
El meter y sacar de su conchita apretadita, era tan delicioso. Esa suave caricia de sus paredes con mi pene me hacían gozar como nunca. Y ya no pudiendo aguantar más, y empujando con todas mis fuerzas dentro de ella, solté mi descarga.
¡Aaaaaaaaaahhhhhggggggg… qué riiiiiiica… tómala toda mi amor… es toda tuya… gózala para ti… qué apretadita… te lo tengo todo adentro… recíbela para tiiiiii… aaaaaaahhhhhhhhhgggggggg… uuuhhhhhmmmm!
Ya con mis descarga en su interior, saqué mi pene de su vagina. Éste traía los restos de semen con sangre de su virginidad. Y subiéndome sobre ella, acerqué mi pene a su boca y abriéndosela, se lo introduje y comencé a moverme para dejar en su boquita también mi semen con su sangre. Luego de ello, me di a la tarea de arreglarla.
Limpie su vagina de los restos de semen que allí quedaban, para luego subir su calzón, luego bajé su sostén, y abroché su blusa. Después la tomé en mis brazos y la ubiqué en el asiento delantero, en donde estaba.
Posteriormente, me fui de nuevo a caminar y a pensar en la rica cogida que le había hecho a Karina. Cuando volví estaba recuperándose del sueño.
¡Parece que me quedé dormida! Sólo atinó a decir. ¡Así parece! Le respondí. ¡Ya debemos irnos, para que no vayas a llegar tarde a casa, y no te vayan a reprender!
Y saliendo de aquel paraje, nos dirigimos hacia donde la debía dejar a ella.
¿Te sientes bien? Le pregunté. ¡Si! ¡Un poco adolorida nada mas! ¡Parece que me hizo mal dormir así tan doblada en el auto! Me dijo. ¡Ya se pasará! Le dije cínicamente. ¿Mañana te paso a buscar? ¡Si no es molestia para usted! Me respondió. ¡Ninguna molestia! ¡Al contrario, es un agrado el hacerlo.
mi email mariedurane95@gmail.com