jueves, 8 de enero de 2015

Sexo el último día de trabajo

Era mi última jornada de trabajo antes de las vacaciones de verano. Trabajaba en una empresa en la que mayoritariamente éramos hombres , 40 para ser exactos y sólo 4 mujeres.  Como cada día, media hora antes de salir del trabajo , me dirijo a uno de los vestuarios para darme una ducha, concretamente al de las chicas. Estaba menos concurrido, más limpio y en él podía lavarme tranquilamente dando rienda suelta a mis fantasías. A Lorena, Inés, Vero y Patricia no les importaba esta intromisión en su intimidad y en más de una ocasión habíamos coincido a la misma hora en el vestuario.
Esa tarde, cerré el pestillo (o eso pensaba), dejé mi ropa en la taquilla y entré en la ducha con la polla dura. Estaba muy caliente , no sólo por la agotadora jornada de trabajo y el sofocante calor de Agosto sino porque no podía quitarme de la cabeza a una de mis compañeras de trabajo: Inés. La musa de mis pajas, era una simpática rubia veinteañera, con un cuerpo muy tonificado y poco pecho pero con un culo de escándalo. Cada vez que me contaba sus aventuras de cama , me masturbaba pensando en ella y ese día no iba a ser menos. Cuando estaba a punto de correrme , la puerta se abrió y cuál fue mi sorpresa al ver que era ella que sorprendida,  no podía dejar de mirar los 18 centímetros de polla que sujetaba mi mano.

-      Lo siento! Pensaba que no había nadie. Dijo Inés, acalorada.

-      No te preocupes, ya había acabado. Dije yo, mientras me colocaba la toalla por la cintura y la miraba con ojos de deseo.

Mi polla cada vez estaba más dura y más cuando abrió su taquilla y vi  que tenía colgado en las perchas todo tipo de bragas y tangas a cada cual más sexy. Al verme mirando boquiabierto su ropa interior, se sonrojó y mirándome lascivamente el paquetón, se dirigió a la puerta, echó el cerrojo y se abalanzó sobre mi.   . No me lo podía creer, la chica de mis deseos más oscuros estaba besándome apasionadamente con ganas de guerra y como buen caballero que soy estaba dispuesto a dársela.  Tras despojarle de su ropa y observar su hermoso cuerpo, se puso de rodillas y tras dejar caer la toalla que cubría mis partes más intimas, comenzó a comerme la polla con verdadera devoción.  Me miraba con ojos de cordero degollado mientras me acariciaba los huevos y me chupaba mi miembro como una profesional. Estaba en el séptimo cielo así que agarré su cabeza con las dos manos y comencé a follarme su boca, metiéndosela hasta la garganta. Tras varias embestidas, rápidamente la coloqué a cuatro patas en el suelo y metí mi polla en su coño sin ningún tipo de dificultad.


- ¡Estás muy mojada! Le dije.

- He discutido con mi novio y llevo tres días sin follar. Soy una perra en celo y necesito que un macho como tú cubra mis necesidades. Contestó ella.
Lejos de amedrentarme, sus palabras avivaron mi deseo y agarrándole de la cintura comencé a clavársela sin piedad.

-      No te preocupes, zorra, tus deseos son órdenes. Voy a darte todo lo que tu novio no te ha dado y desde hoy, vas a ser mi puta. Te voy a follar tan bien que vas a venir de rodillas suplicándome que te la clave. ¿Entendido?

-      Si!  Seré tu puta, tu zorra lo que quieras que sea pero no pares de follarme, cabrón.

A estas alturas, sus gemidos se tenían que estar oyendo por toda la fábrica así que le tape la boca con la mano mientras me la seguía tirando a cuatro patas. Y en ese momento noté como sus flujos resbalaban por mi polla, ¡se estaba corriendo la muy puta¡

-      ¿No te habrás corrido, zorra?

-      Si, no he podido resistir más tiempo. Estaba muy necesitada y me has follado como una verdadera perra. Pero como buena puta que soy, nunca acabo el servicio sin que mi cliente se corra así que no te preocupes que voy a hacer que tengas la mejor corrida de tu vida.

Como me ordenó, cogimos el banco del vestuario que estaba colocado contra la pared y lo colocamos en el centro del espacio.

-      Túmbate en el banco y disfruta, me dijo mientras no dejaba de tocarme la polla.

En ese momento, abrió sus piernas y coloco su coño en mi boca. Al verle de cerca, comprobé que tenía un coño espectacular, unos labios gorditos y apetitosos que estaban pidiendo a gritos ser devorados. Mi lengua exploraba su coño, quería chupárselo todo sin dejar ningún recoveco por visitar mientras le metía un dedito en su culo. Inés, comenzó de nuevo a gemir. Cada vez estaba más excitada y apretaba su coño en mi boca para que no parara. De repente, se puso en posición del 69 y nos devoramos mutuamente. Movía de delante hacia atrás su coño frotándose contra mi boca mientras no paraba de comerme la polla.
(Esta puta sabe lo que se hace, pensé. Con lo modosita que parecía y ha resultado ser toda una zorra).

-      Date la vuelta y fóllame, le ordené.

Dicho y hecho, se puso sobre mi polla dura y comenzó a cabalgarme como una verdadera amazona. No fueron necesarias muchas embestías porque al poco tiempo estallamos los dos, en un tremendo orgasmo. Inés, tomaba la píldora así que pude descargar mi semilla en su interior. Tras un par de minutos abrazados, me vestí, nos dimos un beso y me marche con la promesa de que no sería la última vez que me tiraba a la musa de mis sueños.

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